divendres, 11 de desembre del 2015

¿Sigue el PSOE el camino de UCD? C,s y Podemos ya lo superan en intención de voto

El PSOE quedaría en cuarto lugar y sería sobrepasado también por Podemos si las elecciones tuviesen lugar hoy. Esta es la principal conclusión de la encuesta DYM para El Confidencial cuyo trabajo de campo recoge en parte el efecto del papel de Pedro Sánchez en el debate a cuatro del lunes pasado, al haberse realizado entre el 27 de noviembre y el 9 de diciembre. El PP seguiría ganando las elecciones, pero baja su intención de voto al 26,7% con respecto a la encuesta DYM de hace 40 días, que le daba un 27%. Ciudadanos sube 2,9 puntos hasta el 23,2% y se queda a solo 3,5 puntos del PP; Podemos se aprovecha de la caída del PSOE y de convencer a indecisos llegando hasta el 19,1% (5,3 puntos más que en la anterior encuesta), lo que le coloca en tercera posición por delante de Sánchez, que cae hasta el 17% (18,2% hace 40 días). IU, por su parte, casi repite los mismos guarismos con un 6,3% (6,1% el 30 de octubre). Seguir leyendo...


Tiranía ecologista y pensamiento único [Fernando del Pino Calvo-Sotelo]

El ciudadano occidental del s. XXI se cree libre, pero no lo es. Le han hecho creer que la libertad consiste fundamentalmente en poder votar un día de cada 1.461 a unos señores que tendrán un poder prácticamente ilimitado los 1.460 días restantes. Anestesiado por esta libertad política, su libertad personal le viene siendo arrebatada lenta pero inexorablemente por los mismos a quienes elige, que sólo desean más y más poder. Una de las herramientas utilizadas por estos yonquis del poder es la tiranía de lo políticamente correcto, del pensamiento único, que persigue que el ciudadano no piense por sí mismo sino que se limite a aceptar como un borrego (“hombre que se somete gregaria o dócilmente a la voluntad ajena”) lo que unos medios de comunicación, convertidos en correa de transmisión de la propaganda, repiten sin cesar. Si el sentido común o incluso datos irrefutables contradicen el pensamiento único, bastará el temor a verse expulsado de la manada para evitar que el ciudadano exprese públicamente su desacuerdo. Uno de los ejemplos más claros es el cambio climático.

Existe constancia científica de que el clima viene cambiando de forma cíclica y natural al menos desde hace un millón de años, por lo que no existe “el” cambio climático, sino “los” continuos cambios climáticos. Períodos de mayor temperatura son seguidos por períodos más fríos, en una unidad de medida que excede en mucho el año o la década y se aproxima más al milenio. Omitiendo con todo descaro que el clima ha variado cíclicamente por causas naturales desde el albor de los tiempos, la teoría del calentamiento climático de origen humano culpa a la acción humana (a través de las emisiones de CO2) del leve aumento de temperatura terrestre acaecido desde que finalizó la Pequeña Edad de Hielo (s. XIX). Sin embargo, en los últimos 10.000 años, la Tierra ha estado más caliente que hoy tanto en el Holoceno (hace unos 5.500 años) como, más recientemente, en el Período de Calentamiento Medieval (entre el s. X y XIV de nuestra era), mucho antes de la Revolución Industrial. Asimismo, la evidencia geológica muestra que históricamente los aumentos de CO2 en el planeta se han producido unos 800 años después de los aumentos de temperatura, lo que implica una relación causa-efecto inversa. El CO2 es una de las fuentes de vida del planeta, el principal alimento de las plantas: a mayor concentración de CO2, mayor crecimiento de los cereales que nos alimentan, por ejemplo. Nosotros mismos, cuando respiramos, exhalamos una concentración de CO2 que es 100 veces superior a la que existe en la atmósfera. ¿Cómo se ha podido demonizar de forma tan grotesca una de las fuentes de la vida en la Tierra? Nos cuentan que el debate está “cerrado”, porque hay un amplio “consenso”. Es falso: miles de científicos de todo el mundo cuestionan escépticos el origen humano de los cambios climáticos y exigen un debate abierto que se les niega de forma absolutamente totalitaria; muchos han sido amordazados, condenados al ostracismo y amenazados con la retirada de fondos de investigación en uno de los mayores ataques contra la libertad científica de la Historia. Si es falso que la temperatura actual de la Tierra no tenga precedentes o que sea determinada sólo por el CO2 causado por la actividad humana, si es falso que hasta hace poco el clima se encontrara en equilibrio (o que fuera el idóneo) y que “de no hacer nada” las temperaturas continuarán creciendo ad infinitum hasta que todos muramos en un cataclismo, y si es falso que todos los científicos opinan lo mismo, ¿qué está ocurriendo? ¿Quién tiene interés en asustarnos?

En primer lugar, la ONU, cuya vocación es convertirse en gobierno mundial no electo y que ha encontrado en el cambio climático la causa perfecta para dar un paso de gigante en esa dirección. En efecto, el principal instigador de esta teoría del cambio climático es el IPCC de la ONU, un organismo disfrazado de científico que en realidad es político y está controlado por unos pocos. En el mundo de la ciencia, cuando una hipótesis se somete a prueba con resultado negativo, dicha hipótesis se descarta. Los modelos predictivos del IPCC, basados en la exclusiva relación causa-efecto CO2-temperatura y que sorprendentemente excluyen causas naturales como la actividad solar, se han mostrado completamente equivocados durante 25 años, pero eso poco importa porque nos encontramos en el mundo de la política, donde todo vale. De hecho, el IPCC ha sido acusado repetidas veces de corrupción científica por sesgar la información que ofrece y omitir datos que no corroboren su sacrosanta hipótesis.

En segundo lugar, nos quiere asustar la industria de las energías renovables, que ha invertido un trillón de dólares en los últimos cinco años y que depende para sobrevivir de subvenciones decididas por los políticos, subvenciones que nacen exclusivamente del miedo creado alrededor del cambio climático. Que queramos sustituir unas fuentes de energía fiables, eficientes y baratas (más aún hoy en día, con el barril de petróleo a 40 dólares) por unas energías intermitentes, ineficientes y caras no sólo es estúpido sino también inmoral, puesto que negamos a los países en desarrollo lo que a nosotros nos fue tan útil y les condenamos a seguir en la pobreza.

Por último, quien más interés tiene en asustarnos es el movimiento ecologista mundial, el mismo que en los años 70 predecía un “enfriamiento global causado por la actividad industrial” (no es broma) después de la caída de la temperatura acaecida aproximadamente desde 1940 hasta 1975. Bajo la engañosa apariencia de defender un conservacionismo sensato que toda persona de buena voluntad defendería, una parte importante del ecologismo (la que manda) se ha convertido en un verdadero enemigo del hombre, a quien considera un virus de esa vieja diosa llamada madre Tierra, virus al que hay que eliminar. Ha colocado al hombre por debajo de los animales y de la naturaleza, y busca reducir la población del planeta por todos los medios posibles (incluyendo la promoción del aborto y la esterilización forzosa o dificultando la erradicación de enfermedades tropicales en países del Tercer Mundo, por ejemplo). Saben que una energía cara implica pobreza, y la pobreza, muerte. El fanatismo ecologista se ha convertido en una ideología totalitaria, en una secta apocalíptica que dice protegernos de una amenaza inventada por ellos mismos.

El Premio Nobel de Física Robert Laughlin afirma que las causas de los cambios climáticos son naturales y que “no tenemos poder para cambiar el clima”, mientras que el prestigioso físico atmosférico del M.I.T Richard Lindzen tiene claro que “el calentamiento global trata de política y de poder más que de ciencia”. Estoy de acuerdo, pero el tema es aún más siniestro: el cambio climático trata también de unas supuestas élites que juegan a ser Dios y se creen con derecho a decidir cuántos y quiénes podemos habitar nuestro bonito planeta, y quienes serán ricos y quiénes seguirán siendo pobres. No se dejen engañar con los ositos polares, el CO2, los hielos o las sequías. El planeta no corre peligro, pero nuestra libertad sí.



La hora de las bajadas de impuestos expansivas [Daniel Lacalle]

Las medidas en materia fiscal anunciadas ayer por el presidente Rajoy son, con mucha diferencia, las más importantes de la campaña. Tienen un doble componente positivo. Por un lado, reconocen la realidad de la estructura empresarial y demográfica de España y, por otro lado, tendrán, de implementarse, un efecto expansivo en la economía y positivo en la recaudación.

Tras el agotamiento evidente de las políticas de demanda del pasado –gastar, endeudarse y subir impuestos–, nos encontramos ante la primera batería seria de políticas de oferta que tanto reclamaba nuestra economía. Devolver el esfuerzo fiscal a los españoles y mejorar la renta disponible. Son las recetas que hicieron que el Reino Unido pasase de estar en 1975 «condenado a pedir, mendigar o robar», en palabras de Henry Kissinger, a ser una potencia global en crecimiento y prosperidad.

Las principales propuestas son: eliminar el IRPF a aquellos trabajadores que extiendan su vida laboral más allá de la edad de jubilación, que los parados que encuentren un primer trabajo no tributen IRPF el primer año y una bajada generalizada de cuotas sociales a las empresas que empleen a trabajadores indefinidos. Y son una auténtica revolución, que ha funcionado en el pasado en EE UU o Reino Unido. Son medidas que buscan continuar revitalizando la economía, al aumentar la renta disponible de las personas y reducir las trabas fiscales a la contratación, mejorar el consumo y el crecimiento y poner las bases para una segunda fase de mayor creación de empleo en España. Si atendemos a la experiencia de países similares, estas medidas podrían ayudar al crecimiento de la economía y reforzar el objetivo de crear dos millones de puestos de trabajo. Una bajada del esfuerzo fiscal que, por otro lado, tendría un efecto positivo que en casos similares ha sido cercano a un 0,2% del PIB.

Eliminar el IRPF a trabajadores de más de 65 años que extiendan su vida laboral es un auténtico acierto y tiene un importantísimo efecto de incidencia económica. Por un lado «veteraniza» el emprendimiento, facilitando que las personas con más experiencia tomen el testigo de la creación de empresas. Adicionalmente, permite que esas personas, valiosísimas para nuestra economía, sigan creando valor si lo desean. Y no afecta al empleo juvenil, como critica alguno. Todo lo contrario, al aumentar la experiencia del ciudadano emprendedor, se refuerza la supervivencia de las nuevas empresas, ya que aumenta la vida media de las mismas y se incentiva también la creación de empleo joven. Finalmente, reconoce la pirámide de población y una demografía donde el peso de la población de más de 64 años ha crecido de manera notable en los últimos años y supone ya el 18,5% del total. Tiene un efecto muy importante, ya que según varios estudios más del 70% de los ciudadanos de más de 65 años preferirían seguir trabajando. Mejora la sostenibilidad del sistema de pensiones, la actividad económica, la calidad y veteranía del emprendimiento y reconoce la realidad demográfica de España.

Que los parados que encuentren un primer empleo no paguen IRPF durante el primer año es una clarísima medida expansiva orientada a lo que lleva reclamando la sociedad española desde hace tiempo. Mejorar la renta disponible. Más dinero en el bolsillo permite consumir, afrontar lo que ha sido un periodo difícil y es devolver el enorme esfuerzo de haber sufrido una crisis tan grave.

La propuesta de reducir las cuotas sociales para el trabajo indefinido es otra medida de oferta esencial para seguir reduciendo la dualidad y temporalidad del mercado laboral. Al hacer más caro para el empleador contratar a tiempo parcial que hacerlo a tiempo indefinido se libera una de las trabas que tenía nuestro sistema laboral para crear empleo de calidad. ¿Por qué no se hizo antes? Porque antes no crecíamos al 3%, teníamos demasiados agujeros que tapar y se impusieron las medidas urgentes, frenar la sangría del empleo y empezar a crearlo de manera intensa.

¿Cómo puede recaudarse más bajando impuestos? En la Europa del gasto siempre nos olvidamos del efecto positivo sobre la actividad económica de las reducciones de impuestos, demostrado en EE UU, Reino unido, Irlanda e incluso Suecia, que lleva reduciendo la presión fiscal desde hace años. No sólo se mejora la renta disponible de las personas, lo cual incentiva al consumo, sino que se facilita la contratación y, con ello, los ingresos del Estado. La única salvedad seria que he leído sobre las medidas alerta sobre bonificaciones temporales que crean un efecto positivo en el empleo a corto plazopero negativo a largo, cuando se retiran. La idea es que los impuestos al trabajo no deben reinstaurarse, sino avanzar en que esas bonificaciones se mantengan y se avance en el objetivo de adecuar la fiscalidad del trabajo –sobre todo las cuotas sociales–, de autónomos y emprendedores, a las mejores prácticas de los países líderes.

Las medidas anunciadas han sido criticadas aludiendo a las subidas de impuestos de principio de legislatura. Olvidan los críticos que en 2011 el Gobierno tuvo que lidiar con 30.000 millones más de déficit de lo prometido, 75.000 millones de facturas impagadas y efectos, y 65.000 millones de agujero de las cajas públicas. Pero lo más gracioso de los críticos es que ninguno tiene en su programa devolver el esfuerzo a los ciudadanos. La mayoría critica las subidas de los últimos años pero las mantendrán –muchas gracias– y en algunos casos, como PSOE y Podemos, las extenderán a más impuestos, subidas de IVA, etc. En general, la oposición propone subir la presión fiscal.

Estas medidas reducen el esfuerzo fiscal de empresas y familias sin atacar la recaudación. Si se cumple el ejemplo visto en todas las economías donde se han implementado, la recaudación aumentará con la mayor actividad económica.