El nacionalismo catalán de derechas jugó muy bien sus cartas: nos ponemos la careta de moderación en Madrid, apoyamos a gobiernos sean de Felipe o Aznar, y hacemos caja, clin, clin; la otra parte del trato suponía manos libres en Cataluña para catalanizar hasta los pelos de los gatos sin estorbos legales; y así fue la cosa hasta que llegó la crisis, se descubrió el pastel de la corrupción pujolista (que olía todo el mundo desde hacía décadas; era el secreto de polichinela) y CiU, privada de sus cabezas pensantes (Pujol, Roca, López de Lerma, Durán, Molins), decidió inmolarse en la hoguera independentista que ellos mismos habían encendido y agitado desde los 80. Así se muere el alacrán entre las llamas: clavándose su propio aguijón. Lo que ahora queda de CiU es nada y está al mando de estúpidos que hacen el trabajo sucio de ERC. Puigdemont dice las tonterías del día y podría terminar entre rejas; Junqueras dormita envuelto en su grasa y mira con el ojo bueno el suculento panorama electoral que se le presenta. ERC ganará de calle las generales y las autonómicas cuando se convoquen.
En unos pocos años, la hegemonía del catalanismo ha pasado de la derecha y el centro derecha a la izquIerda y la extrema izquierda; el catalanismo conservador, cuya fuerza era el pacto y la ambigüedad calculada, está muerto políticamente. Han perdido los votos, la cabeza, las sedes embargadas y pueden terminar unos cuantos entre rejas, entre corrupciones e independencias. (...) Lo de CiU es de tragedia griega: mueren en la hoguera de la que son responsables y pasan la antorcha, cual Ave Fénix, al independentismo radical. Sus herederos, los jóvenes turcos criados en el regazo del padrino Pujol, no tienen tantos escrúpulos y llaman a la guerra santa antiespañola. Mataron al padre y quieren matar a España.
De hecho, este suicidio patriótico de CiU clarifica las cosas: el nacionalismo catalán es independencia e izquierda, incluso radical, ERC más CUP; sus adversarios constitucionalistas son derecha y centro derecha, PP y Ciudadanos (segundo partido en votos en Cataluña tras ERC); en tierra de nadie quedan el agónico PSC (partido antes hegemónico entre las clases trabajadoras de origen español del cinturón rojo barcelonés) y el engendro Podem, Catalunya sí que es Pol Pot etc, cuyos dirigentes bascularán hacia el independentismo inevitablemente, aunque no todos sus votantes. Pero son populistas y en Cataluña el populismo se llama independencia. La radicalización política populista de Cataluña es impresionante y muy superior al resto de España. Xavier Casals ya avisaba hace años de que Cataluña era “el laboratorio populista de España.” No hay nada más populista que la cruzada nacionalista entendida en clave independentista: el “poble català” contra las élites madrileñas, españolistas etc etc. El nacionalismo es populista per se; y al revés. | PLAZA MOYUA
"La principal virtud de la democracia es que deja obsoleta la revolución"
"La revolución consiste en imponer tu fantasía política a todos los demás"
"Los científicos deberían ir a donde les lleve su ciencia, no sus ideas políticas"
"Pensar suele reducirse a inventar razones para dudar de lo evidente"
"No es una de las dos Españas la que nos hiela el corazón, sino la atroz semejanza entre quienes creen que hay dos"
dilluns, 18 de setembre del 2017
El nacionalismo es populista per se; y al revés
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