En 2012, una serie de activistas de izquierdas entusiasmados con las posibilidades del cuento del clima se reunieron en La Jolla con abogados expertos en el caso contra la industria tabaquera. También había algún un científico del “cambio climático antropogénico”, como Myles Allen.
La idea era averiguar qué se podía aprender y utilizar del caso del tabaco. Después de todo -pensaban- el cuento de clima está mucho más avanzado de cara a la opinión pública que la conciencia sobre los peligros del tabaco cuando empezó aquel asunto. Y la conclusión fue que nada puede convencer más a la gente que mostrarles una buena conspiración. ¡Documentos ocultos! Investigaciones tapadas que demuestran un engaño consciente. Aquello había sido la clave de la lucha contra las tabaqueras. En conclusión, esa debería ser la herramienta para ganar la guerra del clima.
Curiosamente, en el documento que elaboraron [Establishing Accountability for Climate Change Damages: Lessons from Tobacco Control –>] no se aprecia que consideraran la posibilidad de que no hubiera documentos ocultos en el caso del clima.
Similar documents may well exist in the vaults of the fossil fuel industry and their trade associations and front groups…
¡Bien podría haberlos! O -se puede suponer- bien podría haber documentos que un fiscal de los nuestros pueda interpretar en ese sentido.
State attorneys general can also subpoena documents, raising the possibility that a single sympathetic state attorney general might have substantial success in bringing key internal documents to light
Aquí hay que pararse a pensar en un detalle. En el caso del tabaco no se trataba de documentos que probaran el peligro de fumar; eso ya estaba claramente establecido. Se trataba de la ocultación para engañar. Y de la ocultación conjurada de varios, para poder aplicar las leyes especiales contra la mafia (RICO). Y entonces la jugada se trataba de demostrar que las petroleras “sabían” del armagedón climático producido por los combustibles fósiles … pero lo habían ocultado. Por ejemplo, a sus accionistas, o en su publicidad.
Aquel plan iniciado en la Jolla fue siguiendo su curso. Exxon se caracterizaba por haber hecho muchos estudios sobre el CO2 y el clima. No estaban precisamente ocultos; se habían publicado en la literatura científica del ramo. Pero es un buen paso para establecer que “sabían”, y por tanto ocultaron las consecuencias. Y nos olvidamos de los otros estudios, también financiados por Exxon, que llegaban a la conclusión contraria. Esos serían estudios “de encargo”, para engañar y tapar el efecto de los estudios “de verdad”.
Un buen plan. Ya sólo faltaba algún sympathetic state attorney general.
En marzo de 2016 se formó el grupo Fiscales Generales Unidos por una Energía Limpia. Y los presentó al mundo Al Gore.
Son los fiscales generales de Nueva York (Eric Schneiderman), Vermont (William Sorrell), Virginia (Mark Herring), Massachusetts (Maura Healey), Maryland (Brian Frosh), Connecticut (George Jepsen), y US Virgin Islands (Claude Walker). Todos demócratas, claro.
Formado el grupo se lanzaron a pedir, mediante citación judicial, toda la documentación de Exxon relacionada con el clima, de los últimos veinte o treinta años. El primer lanzado fe el fiscal general de US Virgin Islands. Creo recordar que Exxon paró el asunto en algún juzgado de Texas. Era una locura. Por falta de sustancia o algo así. Y si he seguido bien el caso, la segunda en lanzarse ha sido la de Massachusetts; la única mujer del grupo.
La noticia reciente es que Exxon ha cambiado de estrategia y ha pasado al ataque. Ha puesto, como la otra vez, una demanda en un juzgado para parar la citación. Pero ahora alega que se trata, no sólo de un abuso sin base alguna, sino que es “mala fe”. Una persecución política mediante una conspiración. Y pide poder demostrarlo en el juzgado. ¿Cómo? ¡Mediante el mismo procedimiento! Examinando los registros, comunicaciones y disposiciones de la oficina de Maura Healey relacionados con el asunto.
Es la idea calcada. Y un juego que, una vez establecido, puede practicar todo el mundo. Muy bien podrían tener documentos que mostraran, por ejemplo, comunicaciones con los conspiradores de La Jolla cuando estaban a la busca de un sympathetic state attorney general. ¡Juas! Claro que podrían tener.
El chiringuito de la reunión de la Jolla.
Y al juez le ha parecido muy buena idea. Además, debe ser un cachondo. Cuando desde la fiscalía alegaban que no era una cuestión política, sino de medio ambiente, el juez apuntó: Como si no hubierais ido de la mano de Al Gore.
Veremos qué pasa. Podría ser el cazador cazado. ¿Dónde dices que estaba la conspiración?
—
Fuentes y ampliación:
Shub Niggurath:
The Hill:
WUWT: