“El pene conceptual como constructo social” es un artículo firmado por Jamie Lindsay y Peter Boyle y revisado por especialistas publicado por la revista
Cogent Social Science el 19 de mayo de 2017.
Ese mismo día, la publicación
Skeptic.com reveló que los auténticos autores del mencionado artículo fueron el matemático James Lindsay y el filósofo Peter Boghossian y que el estudio era una
hoax al estilo
Sokal. Es decir, Lindsay y Boghossian redactaron el artículo para, por un lado, denunciar el bajo nivel de las revistas científicas pay-to-publish y, por otro, las absurdas tonterías que pueden ser aceptadas en las ciencias sociales y los estudios de género.
Como dijeron sus autores posteriormente: “
Intentamos probar la hipótesis de que la actitud complaciente de la arquitectura moral académica de la izquierda en general, y de la ortodoxia moral en los estudios de género en particular, es el determinante decisivo de la publicación en una revista académica de ese campo”.
Cambio climático y el pene conceptual
En ningún caso las consecuencias de la identificación isomórfica de la arrogancia del machismo hipermasculino con el pene conceptual son más problemáticas que en las concernientes al asunto del cambio climático. El cambio climático está determinado más que nada por aspectos relacionados con la hipermasculinidad que puede ser mejor comprendido por la aproximación dominante y agresiva a la ecología del clima identificable con el pene conceptual.
Nuestro planeta está aproximándose rápidamente al temido umbral del cambio climático de los 2ºC, debido a la dinámica del poder patriarcal que mantiene las presentes estructuras capitalistas, sobre todo en las que se refiere a la industria de los combustibles fósiles, donde la conexión entre el dominio hipermasculino de lo científico, lo político y los discursos económicos y el daño irreparable a nuestro ecosistema se muestran claramente.
La destructiva y hegemónicamente insostenible aproximación masculina a la oprimente acción política ambiental son los predecibles resultados de la violación de la naturaleza por una mentalidad dominado por lo masculino. Esta mentalidad se aprecia mejor por el reconocimiento del papel que tiene el pene conceptual sobre la sicología masculina.
Aplicado a nuestro ambiente natural, sobre todo a las zonas vírgenes fácilmente expoliadas por sus recursos materiales y mantenidas postradas y dilapidadas , y cuando nuestra visión patriarcal del beneficio económico las ha arrebatado su valor intrínseco, la extrapolación de la cultura de la violación inherente al pene conceptual deviene clara. Como mucho, el cambio climático es genuinamente un ejemplo de sociedad hiperpatriarcal metafóricamente expandida por el hombre en el ecosistema global.
La razón profunda para esta problemática tendencia es explicada, esencialmente, por McElwaine (1999), donde escribe, “Pickett sugiere que tenemos que escoger entre el racionalismo capitalista y la teoría cultural del subcapitalismo” (Pickett, 1993).
La teoría conteporánea capitalista, también llamada teoría neocapitalista, se refiere al racionalismo directamente desde un enfoque hipermasculino en la ciencia y la sociedad que puede valorarse por su identificación con el pene conceptual.
Paxton y Scameron (2006) parecen estar de acuerdo, apuntando que, “la teoría materialista del neocapitalista sostiene que la realidad viene del inconsciente colectivo, pero solo si la premisa del objetivismo dialéctico es inválido; si no es el caso, la sexualidad tiene significado”. La hipermasculinidad tóxica extrae su significado directamente del pene conceptual y actúa por si misma para sostener el materialismo neocapitalista, que es el fundamental causante del cambio climático, sobre todo por el uso rampante de las tecnologías de combustibles fósiles emisoras de carbón y de la desconsiderada dominación de los ambientes naturales vírgenes.
No necesitamos profundizar en la crítica del objetivismo dialéctico, o sus relaciones con los términos masculinos como el pene conceptual para hacer una crítica efectiva del objetivismo dialéctico. Todas las perspectivas importan. Una recomendación práctica que sigue éste análisis es que la investigación del cambio climático sería mejor servida por un cambio en cómo nos comprometemos con los discursos de política y cienca, evitando el punto de vista hipermasculino penecéntrico en la medida de lo posible (Kaijser and Kronsell, 2013).
Conclusiones
Concluímos que los penes no sólo pueden ser definidos como los órganos sexuales masculino, o como órganos masculinos reproductores, sino como un constructo social que toman forma como dañinos y problemáticos para la sociedad y las generaciones futuras. El pene conceptual presenta significativos problemas para la identificación de género y de la identidad reproductiva dentro de las dinámica social y familiar, que es excluyente para los grupos desfavorecidos por razones de género o de identidad reproductiva y es una persistente fuente de abuso para las mujeres y otros grupos e individuos marginados por su género, siendo la fuente universal actuante de la violación, y es el causante conceptual detrás de gran parte del cambio climático.
Existe una relación explícita isomórfica entre el pene conceptual y los más controvertidos temas de la masculinidad tóxica, y esa relación está mediatizada por la influencia del arrogante machismo del pensamiento y la acción del pensamiento hipermasculino.
Es necesario un cambio en nuestro discursos en ciencia, tecnología, política, economía, sociedad y las distintas comunidades para proteger a los grupos marginales, promover el progreso de la mujer, de los trans y los individuos que cambian de género (incluídos los sin género y los excépticos de género), para solucionar los impactos ambientales que se derivan del cambio climático, resultado de la sobreconfianza capitalista y neocapitalista en los papeles hipermasculinos y la abusiva utilización de la energía fósil.
Artículo original completo, en inglés y en pdf