La izquierda estadounidense ha perdido definitivamente los papeles. En un ataque de locura política está gestando un 'golpe de Estado' para impedir que Donald Trump sea presidente. Ése golpe consiste en poner en estado de sitio a los grandes electores, presionarlos e incluso amenazarlos a los grandes electores para que cambien el voto delegado de su Estado y lo entreguen a otro candidato que no sea Trump.
Históricamente, ese cambio de voto era posible pero con el tiempo muchos Estados lo han prohibido y el Tribunal Supremo lo ha sancionado. Forzar, pues, ese voto, que contradice la legalidad, el uso y la costumbre electoral -como que un presidente no ha de presentarse a una tercera reelección- difícilmente puede considerarse otra cosa que un intento de 'golpe de estado', ridículo y sin posibilidades de prosperar.
La operación la dirige desde Harvard el profesor de derecho constitucional Larry Lessig. Según él, ya hay 20 electores republicanos 'tránsfugas' que están considerando seriamente cambiar su voto. A pesar de que esos votos todavía no son suficientes, podrían contagiar a otros grandes electores, sometidos una presión sin precedentes, para impedir la victoria de Trump.
La presión supera todo lo imaginable. Keith Olbermann, anchorman de GQ, dijo esto a su audiencia:
En octubre, antes de las elecciones, el gobierno de Estados Unidos acusó formalmente a Rusia de una campaña de ataques cibernéticos contra las organizaciones políticas de los Estados Unidos. Obama advirtió a Putin acerca de las consecuencias que de ellos se podrían derivar. Sin embargo, no fue hasta la semana pasada, un mes después de la victoria de Trump, que ordenó a los servicios de inteligencia una revisión de la investigación.
La noche del jueves, la NBC News informó en exclusiva que funcionarios de los servicios de inteligencia estaban 'muy seguros' de la implicación personal de Putin en la campaña cibernética contra los Estados Unidos. Para la CIA, el objetivo de los ataques era ayudar a Trump a ganar las elecciones. Sin embargo, esta posición no ha sido asumida ni por la Oficina del Director de Inteligencia Nacional (ODNI) ni por el FBI debido a la falta de 'evidencia creíble'. Incluso John Kerry no ha querido hacer comentarios sobre "informes de inteligencia anónimos".
Ciertamente, a nadie sorprendería que un hombre sin escrúpulos como Vladimir Putin estuviera tras los hackers que robaban documentación confidencial del partido demócrata y de Hillary Clinton y que publicaba, también sin escrúpulos, Julian Assange en WikiLeaks. Sin embargo, las pruebas de la CIA sobre la vinculación de los hackers con el Kremlin parecen muy frágiles, dejadas tan a la vista para incriminar a Rusia que parecen o bien una chapuza de aprendices o un intento deliberado de desviar la atención. The New York Times dijo que los hackers rusos también habían entrado en los ordenadores centrales del partido republicano, pero que no difundieron su contenido porque su objetivo era ayudar a Trump. Sin embargo, según revela The Wall Street Journal los 'hackers rusos' solo perjudicaron a los demócratas porque no pudieron hacer lo mismo con los republicanos, ya que no pudieron entrar en sus ordenadores centrales.
Por otro lado, sorprende el grado de beligerancia actual contra Rusia cuando en la campaña presidencial de 2012 todos los demócratas, desde Obama a Biden pasando Hillary Clinton, ridiculizaban a Mitt Romney, el candidato republicano, por referirse a Rusia de manera inapropiada como el "enemigo geopolítico número uno" de EEUU. En el video siguiente Obama se burla de Romney diciéndole que no se había enterado que la guerra fría había acabado hacía 20 años. Hoy, sin embargo, el presidente saliente anuncia la adopción de medidas de represalia contra Moscú por su injerencia en las elecciones estadounidenses. Una decisión lo suficientemente grave como para permanecer en la Casa Blanca ante la posible reacción rusa y no para irse de vacaciones.
A todo ese coro de golpistas in pectore también se han sumado -¡cómo no!- las celebridades de Hollywood pidiendo que se impida a Trump alcanzar la presidencia.
¿Se imaginan el escándalo político y mediático que se habría producido en medio mundo, y con razón, si hubiese ganado Hillary y fuese Trump el que estuviese haciendo todo ésto?
Sin embargo, el foco del escándalo sigue centrado única y exclusivamente en Donald Trump, cuando los que no han sabido perder ni respetar las reglas habituales del juego han sido los demócratas, que se han convertido -y con creces- en aquéllo que tanto decían combatir.
If Russia, or some other entity, was hacking, why did the White House wait so long to act? Why did they only complain after Hillary lost?— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 15 de diciembre de 2016