La vergonzosa respuesta de Raúl Castro -no acostumbrado a las preguntas de una prensa libre- sobre los presos políticos muestra hasta qué punto los líderes cubanos todavía no han bajado de Sierra Maestra. Necesitan oxígeno para mantener una 'revolución' ya tan fantasmagórica y embalsamada como Fidel. Obama se lo ha suministrado, esperando que ello sea el principio del fin de la dictadura. Pero en política no siempre dos más dos son cuatro. Puede que el castrismo se derrumbe en cualquier momento, pero puede mantenerse aún durante años, con reformas económicas como los chinos o sin ellas como los norcoreanos O, sin ir tan lejos, como Franco.
La visita del presidente de EEUU, Dwight D. Eisenhower, a España a finales de 1959 supuso la consolidación de la dictadura de Franco. Una dictadura que fue dejando de lado sus aspectos totalitarios, de inspiración fascista, para devenir un régimen autoritario 'soportable' para los aliados occidentales en el contexto de la guerra fría. La visita de Eisenhower no empeoró al régimen franquista pero tampoco terminó con él, ni a corto ni a medio plazo.
