divendres, 30 de novembre del 2018

María Schneider o la impunidad moral de Bertolucci


En plena conversión de los medios a la ideología de género y del apogeo del #MeToo sorprende que casi nadie se haya acordado de María Schneider al escribir las necrológicas -todas apologéticas- sobre Bernardo Bertolucci. Un genio del cine, sin duda. Aunque nunca he llegado a saber que parte de genio le correspondía como artista y que parte por comunista. Sea como sea, la etiqueta de intelectual de izquierdas suele garantizar aún ciertas impunidades morales.

Bertolucci, que no se atrevió a hablar de María Schneider hasta dos años después de su muerte prematura, admitió que se había comportado de una 'manera horrible' con ella, pero que no se arrepentía. 'No quería -dijo- que María fingiera su humillación, quería que María sintiera, no actuara'. Y para lograrlo, la utilizó. No le dijo nada hasta el momento de rodar la escena, que consistía en una violación anal facilitada por un dedazo de mantequilla.

Ni Brandon ni Bertolucci violaron a Schneider, y ella podía haberse negado a rodar la escena. Podía haber dicho 'No es No'. Pero no se atrevió. Desconocía que no podía ser obligada a hacer algo que no estaba en el guión y se resignó a la humillación de sentirse violada. No sabemos si su quebranto emocional y su posterior entrega a las drogas tiene mucha, poca o ninguna relación con el tango que le hicieron bailar en París. Pero sí sabemos que Bertolucci creyó que el fin justificaba los medios. Aunque el medio fuera casi una chiquilla de 19 años.



BERTOLUCCI:

"Me porté de una manera horrible con Maria, porque no le dije nada de lo que iba a suceder. Quería su reacción como niña y no como actriz, quería que reaccionara al acto de la humillación. Quería que María sintiera, no actuara".
"Me siento culpable, pero no arrepentido. En las películas, para obtener algo creo que tenemos que ser completamente fríos. No quería que María fingiera su humillación, quería que Maria sintiera, no actuara. Por eso me ha odiado toda la vida".


MARÍA SCHNEIDER:

"Esa escena no estaba en el guión original. La verdad es que fue Marlon a quien se le ocurrió la idea".
"Solo me lo contaron justo antes de filmar la escena y estaba muy enojada".
"Debería haber llamado a mi agente o si mi abogado hubiera venido al set porque no se puede obligar a alguien a hacer algo que no está en el guión, pero en ese momento no lo sabía". 
"Marlon me dijo: 'María, no te preocupes, es solo una película', pero durante la escena, aunque lo que Marlon estaba haciendo no era real, estaba llorando lágrimas de verdad".
"Me sentí humillada y, para ser sincera, me sentí un poco violada, tanto por Marlon como por Bertolucci. Después de la escena, Marlon no me consoló ni se disculpó. Afortunadamente, solo hubo una toma".