"La principal virtud de la democracia es que deja obsoleta la revolución"
"La revolución consiste en imponer tu fantasía política a todos los demás"
"Los científicos deberían ir a donde les lleve su ciencia, no sus ideas políticas"
"Pensar suele reducirse a inventar razones para dudar de lo evidente"
"No es una de las dos Españas la que nos hiela el corazón, sino la atroz semejanza entre quienes creen que hay dos"
La cuestión es crucial porque la base de todas las versiones históricas y de las reclamaciones políticas realizadas por el antifranquismo se fundamentan en que las elecciones de 1936 fueron limpias y que de ellas salió un poder democrático, legal y legítimo, frente al que se sublevó el ejército de Franco.
Aunque siempre existió la sospecha de fraude -que ha sido apuntada no sólo por algunos historiadores sino incluso por Niceto Alcalá Zamora y con bastante cinismo por Manuel Azaña- nadie se había atrevido a meterse en el berenjenal de realizar un estudio en profundidad sobre lo que realmente pasó en esas elecciones. Probablemente porque se trata de un estudio complejo y técnicamente difícil, pero sobre todo porque era políticamente peligroso. No olvidemos que la mayor parte de la historiografía, mayoritariamente de izquierdas, siempre ha rechazado el fraude con toda clase de argumentos, considerándolo como una fabulación de la derecha fascista para justificar su golpe de estado.
Han tenido que pasar 80 años para que empiece a conocerse la verdad. La verdad de que la guerra civil española no fue una guerra entre impolutos defensores de la democracia liberal y la sádica avanzadilla del nazismo. No. Fue una sórdida guerra civil entre los que querían la revolución -antes o después de ganarla- y los que creyeron que solo un estado autoritario de inspiración fascista la podía derrotar.
EL MUNDO.- Actas con raspaduras y dígitos cambiados para añadir más votos que los reales a los candidatos del Frente Popular en Jaén, donde hubo urnas con más votos que votantes; recuento adulterado gravemente en La Coruña; fraude en Cáceres, Valencia -con escrutinios a puerta cerrada sin testigos- o Santa Cruz de Tenerife, donde "la victoria oficiosa del centro-derecha se convirtió en un corto triunfo del FP, que se anotó los cuatro escaños de las mayorías; desvíos de votos en Berlanga, Don Benito y Llerena para perjudicar a la CEDA... Al menos el 10% del total de los escaños repartidos (lo que supone más de 50) no fue fruto de una competencia electoral en libertad, sostienen Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García, los autores de '1936: Fraude y Violencia'. El libro supone, según el historiador Stanley G. Payne, "el fin del último de los grandes mitos políticos del siglo XX". "España se ha vuelto Coruña", dejó escrito Niceto Alcalá-Zamora para referir cómo se generalizó lo ocurrido en La Coruña, que para el ex presidente de la República ejemplificaba "esas póstumas y vergonzosas rectificaciones" acontecidas con las actas electorales. Si a los 240 asientos conseguidos por el Frente Popular se le restan los que fueron fruto del fraude, las izquierdas solas no habrían llegado al Gobierno.
Tras un meticuloso empeño detectivesco, consultar y desempolvar los archivos y actas, una a una, de cada provincia, además de otras fuentes primarias -memorias y prensa-, los prestigiosos historiadores Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García han reconstruido, casi minuto a minuto, el relato del recuento de las últimas elecciones generales anteriores a la Guerra Civil. Y publican, por primera vez, tras consultar todas las actas, los resultados oficiales de las elecciones del 16 de febrero de 1936, que pasaron a la historia como las de la gran victoria del Frente Popular y situaron a Manuel Azaña al frente del Gobierno de la II República. No sólo confirman que la derecha se impuso por 700.000 votos en el conjunto de España, sino que explican los casos más escandalosos de fraude.