El autor de una de las biografías publicadas sobre Carles Puigdemont -cuyo nombre omitiremos piadosament- comienza así: "Cataluña ha iniciado un camino sin retorno hacia la nueva República Catalana". Tian Riba -de este no omitiremos el nombre- tiene también un libro que se llama "Camino sin retorno. Crónica de una revolución "(2013). Y Francesc-Marc Álvaro -de este tampoco- sacó uno con el título "¿Por qué hemos ganado" (2015). Hay que ser muy osado o un analista perspicaz para publicar un libro con este título dos días después del segundo debate frustrado de investidura de Mas. Antes de que lo enviasen a la papelera de la historia.
Pues muy bien, ahora que me lo cuenten. Porque en la conferencia del presidente en París el pasado lunes decía que después del referéndum "volverá a ser el turno de los ciudadanos, que deberán decidir en las urnas si optan por elegir un nuevo parlamento constituyente y avanzar definitivamente hacia la proclamación de la independencia". A ver si lo entiendo: otras elecciones como las del 27-S? Que no eran plebiscitarias?
El cambio de rumbo ha pasado relativamente desapercibido en nuestro país. Como si la transmisión de noticias desde París fuera la de la época de Gaziel. Cataluña está perdiendo el espíritu crítico. Claro que los únicos medios que han cubierto el viaje oficial del presidente han sido los oficiales (TV3, Catalunya Ràdio y ACN) y esto ayuda a amortiguar el golpe. La CNN estaba muy ocupada con la campaña Hillary-Trump.
Al día siguiente, en La Vanguardia, titulaban: "Puigdemont: 'somos la revolución de Europa". En El Periódico: "Puigdemont defiende en París un Estado catalán en la UE". En El Punt-Avui: "Puigdemont: 'Cataluña está indefensa jurídicamente". En el Ara más o menos lo mismo: "Puigdemont denuncia en París la indefensión jurídica de Cataluña". Por orden de tirada. No como el 324. Ni siquiera en El País acertaban: "Puigdemont firma un acuedro cono l'Ille de France entre protestas de los extremistas".
Yo me tuve que leer tres veces la conferencia a las diez pasadas de la noche a ver si decía lo que decía. La otra opción es que estuviera bajo los efectos del alcohol o las drogas. Ciertamente difícil en mi caso. Pero, en efecto, el presidente aseguraba que "volverá a ser de nuevo el turno de los ciudadanos ...". La cantinela de siempre: "no vamos a hacer el paso definitivo sin una pantalla de validación democrática".
Por eso aproveché la presencia de la consejera de Trabajo, Dolors Bassa, de Esquerra, en la rueda de prensa de Consejo Ejecutivo del día siguiente para preguntarle, pero me dijo que "debemos esperar a que explique el presidente como deben interpretarse las palabras que ha dicho él, que más que las ha dicho él ". La frase es textual. Al final siempre es culpa de la prensa. Estuve a punto de entregarle, en mano, el pdf de la conferencia.
Mientras que los de la CUP, en la sesión de control de este miércoles, ha enseñado un poco los dientes. No se piensen, no mucho porque últimamente han estado muy atareados poniendo en marcha un reloj sobre el proceso. Anna Gabriel ha advertido que "no hay elecciones que sustituyan este referéndum" y les pidió que "no se muevan ni un milímetro de este planteamiento". Pero, como dijo la consejera Munté, todo es para "reforzar" el proceso.
Yo me pregunto: todos los que aquel 20 de julio de 2015 estaban en la terraza del Museo de Historia de Cataluña, el día que se presentó la candidatura de Junts pel Sí, ¿qué pensarán ahora? Nada, claro, ¿qué quieren que digan? Ahora todos están colocados. Incluso Eduardo Reyes. Carmen Forcadell ya no ha vuelto a decir aquello de "presidente, ponga las urnas". Ahora de lo que se trata es de durar. Aquella máxima que Convergencia aplicaba al tripartito: "qui dia passa, any empeny".
La hoja de ruta se ha convertido en el circuito de Indianápolis donde los coches dan vueltas en un recorrido rectangular. Con una variante: Aquí cuando divisan la línea de llegada frenan, retroceden, quieren dar marcha atrás por que traspasar la meta es un verdadero problema. Sí, España está en crisis, pero el TC no para de enviar papeles. Incluso en Badalona han roto sólo una fotocopia.
El proceso ha generado, entre partidarios y adversarios, una dura batalla dialéctica sobre si era una revolución -una tesis compartida por Antonio Baños o José Antich- o había soufflé. La conclusión es sencilla: no es que haya soufflé es que es un bluff. El único objetivo es continuar en el poder el máximo tiempo posible. A menudo con la ayuda de unos medios que miran hacia otro lado. La vieja táctica del Gatopardo: que todo cambie para que no cambie nada. XAVIER RIUS
Artículo original en catalán, aquí