En @elconfidencial: Ada Colau y sus 'comuns', la bisagra entre bloques y la vista puesta en un 'tripartit' https://t.co/ZctBFWQduF— The Catalan Analyst (@CatalanAnalyst) 1 de noviembre de 2017
El constitucionalismo, como concepción política y como modelo de sociedad está atenazado entre el nacionalismo secesionista y el populismo podemita.
El nacionalismo secesionista ha quedado "tocado" y con heridas graves. Su rearme ideológico se los van a prestar los populistas, porque en el fondo, el nacionalismo se confunde con el populismo, no sólo en métodos y tácticas sino en su propia concepción de la sociedad.
De ahí que tengamos que entrar en la "batalla de las ideas" y desenmascarar, levantando el velo que decimos los juristas, la pretensión de otra posible alianza en torno a ERC, que subirá mucho en votos y los "comunes" o podemitas varios. No tendrán suficientes diputados para conseguir una investidura y, para conseguirla, "camelarán" a todo bicho viviente, con especial interés en el PSC.
Si el bloque constitucional no es capaz de plantear estrategias comunes, dirigidas al rearme moral de una sociedad rota, fundamentadas en los valores constitucionales y europeos, la fractura social cambiará de color y de imagen, pero volverá a reproducirse.
Porque, no nos engañemos, los protagonistas esenciales serán quienes quieren "cargarse al régimen del 78". | TERESA FREIXES
El 155 no acaba nunca
Es evidente que en la pura apariencia de las cosas el marco de acción del 155 durará hasta principios del año próximo.
Será el gobierno del Estado el que dé trámite y cuenta del resultado electoral y el que con la mayor naturalidad democrática gestione el traspaso de poderes. El objetivo del 155 es la recuperación de la legalidad estatutaria y ese instante se materializará con la constitución del nuevo parlamento.
Entra dentro de lo probable, aunque ya veremos, que ese parlamento dé una nueva mayoría a los partidos independentistas. Pero esos partidos ya no podrán fijar su estrategia en el acoso revolucionario al Estado democrático, porque como lo demuestra la imposición del 155 y la propia huida a Bruselas de buena parte del gobierno tarado, la vía insurreccional a la independencia ha fracasado.
El separatismo podrá seguir luchando por el arraigo de sus despreciables ideas, pero deberá introducir sensibles cambios en su hoja de ruta. Deberá, por ejemplo, fiar sus objetivos políticos a la consecución en España de una mayoría de gobierno que facilite la convocatoria de un referéndum de autodeterminación.
Pero no parece posible que se empeñe en una nueva maniobra ilegal que llevara de nuevo a reactivar el 155: durante mucho tiempo ese artículo será el subtexto inesquivable de cualquier usurpación separatista.
Es probable que Cataluña esté dividida en dos mitades. Pero hay una que, además de las ideas nobles, tiene de su lado la ley. | ARCADI ESPADA