El archipiélago Clinton
El recuento de la elección presidencial en EEUU ha dado, hasta el momento, el siguiente resultado:
Donald Trump: 62,955,366 votos (46,1%) y 306 votos electorales
Hillary Clinton: 65,788,548 votos (48,2%) y 232 votos electorales
La diferencia es, pues, favorable a Hillary Clinton en
2.833.182 votos
Si el recuento se hubiese efectuado en España o en cualquier otro país de la UE, esa cifra sería exacta e inapelable. Sin embargo,
en Estados Unidos eso no es así. En algunos estados, si el número de votos no contados es menor que el margen de victoria de los votos escrutados ya no se cuentan. Por lo tanto, no se puede saber si el total de votos populares es real o no. Eso afecta especialmente al voto por correo, que tradicionalmente tiende a favorecer a los republicanos, lo que significaría que si se contaran todas las papeletas podría darse el caso que Trump aumentase e incluso ganase en voto popular.
Por otro lado está el fraude electoral. En California, por ejemplo, los demócratas concedieron licencias de conducir a inmigrantes en situación de ilegalidad a principios de 2016 lo que les
ha permitido votar a pesar de no ser ciudadanos de EEUU. No se sabe a ciencia cierta cuántas personas votaron de manera ilegal, pero lo más probable es que las que lo hicieron votaran por Hillary. Sin esos votos ¿Hillary hubiese ganado igualmente en voto popular? No lo sabemos, pero lo que sí sabemos con bastante exactitud es que los dos millones de votos de más de Clinton sobre Trump
dependen solo del estado de California. Clinton tiene allí 4.269.978 millones de votos más que Trump. En los otros 49 estados, más el Distrito de Columbia, Trump tiene 1,7 millones de votos populares más que Clinton. Sin embargo, la percepción dominante no es esta.
Añadamos que la apelación al voto popular no es del todo fiable e incluso peligrosa. En algunos lugares, como Wisconsin, el segundo recuento pedido por los demócratas se saldó con un puñado de votos más para... Trump! El problema, pues, no es el sistema electoral sino que, como nunca antes, la izquierda americana se ha negado a aceptar la derrota y se ha lanzado a romper las reglas del juego, presionando a los grandes electores,
incluso con amenazas de muerte, para que
cambien su voto en el Colegio Electoral e impedir así que Donald Trump asuma la presidencia.
Su bandera es ahora el voto popular y no el voto mayoritario que siempre ha tenido Estados Unidos desde su fundación. Un voto mayoritario que es fruto de la estructura federal de la unión. Una estructura que saltaría por los aires si desapareciese el Colegio Electoral, como refleja claramente el mapa:
Es decir, sólo contarían cuatro estados: California, Nueva York, Texas y Florida. Ganando en ellos y pasando de los demás un candidato podría obtener la presidencia de todos los Estados Unidos de América.