Desde hoy, la putrefacta Convergencia Democrática de Cataluña se llamará Partido Democrático de Cataluña. Un nombre al borde del plagio con el que el refundado partido de Jordi Pujol quiere volver a ser el pal de paller del cortijo feudal en que han convertido esta tierra.
Artur Mas ha sido vapuleado en el congreso fundacional por militantes de base al estilo 'cupero' pero se ha salido con la suya. La única oposición realmente existente la ha ejercido Germà Gordó, que ha intentado hacer frente a los dejes autoritarios pero que ha terminado tragando. El ex presidente de la Generalitat siguirá manteniendo el control del nuevo partido del que ha sido investido presidente y del que su mano derecha, Neus Munté, será la vicepresidenta.
Y a pesar de que los nuevos cargos son institucionales para evitar el régimen de incompatibilidades que impide acceder al cargo a los presidentes de la Generalitat y a los consejeros, no existirá la figura del secretario general del partido, cuyas funciones ejercerá un simple coordinador. Cargo que Mas tiene reservado para Jordi Turull, su hombre de confianza en el aparato. Carles Puigdemont tendrá un silla en la dirección en su condición de presidente de la Generalidad.
Por lo que a regeneración se refiere, poca cosa: una limitación de cargos a ocho años, prorrogables por otros cuatro, pero que no afecta a los cargos municipales y un Consejo de Calidad Democrática, enmendado por las bases en su formulación oficial, para dificultar una presidencia impuesta a dedo.
El nuevo partido no parece ser mucho más que la cara B de una refundación cosmética.
Los Hermanos Dalton han decidido este fin de semana que a partir de ahora van a llamarse las Hermanas Sister. Continúan siendo los mismos, continúan haciendo lo mismo, y la única diferencia es que ahora, en lugar de disimular diciendo que quieren trabajar en el banco, reconocen abiertamente que quieren atracarlo.
En la política española hemos visto de todo en los últimos meses, pero nada tan falsario como lo de Convergència de este fin de semana. Decir que muere un partido y nace otro es la bolita de los trileros. Las Hermanas Sister continúan siendo los que cometieron los pecados del pasado, y continúa Mas liderando el invento, que es quien llevó a Convergència a la marginalidad y al extremo.
El problema no era el nombre, sino las personas concretas y su torpeza. Convergència no estaba más gastada que las demás marcas políticas, pero Mas cometió otro de sus grandes errores sacrificándola para poder salvarse, y así continuará el «expresident» cayendo de fracaso en fracaso hasta la demolición total. SALVADOR SOSTRES
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