En octubre de 1998, y tras participar en la VIII Cumbre Iberoamericana de Oporto, Fidel Castro viajó a España donde visitó Extremadura y después se entrevistó con el presidente José María Aznar en la Moncloa. La visita no fue perturbada ni por manifestantes anticastristas, ni por ninguna clase de sordina política o diplomática, ni mucho menos por acción judicial alguna.
Sin embargo, por esas mismas fechas, nuestro juez estrella Baltasar Garzón había lanzado en nombre de la Justicia Universal una orden de detención contra el ex presidente chileno, el general Pinochet, que había viajado a Londres para someterse a una operación quirúrgica de una hernia discal lumbar. Pinochet permaneció arrestado hasta el 2 de marzo de 2000, cuando el gobierno británico de Tony Blair decidió liberarlo por considerar que no estaba en condiciones de ser juzgado.
Pinochet, que ejerció su dictadura durante 17 años y que dejó la presidencia voluntariamente al perder el referéndum que había convocado sobre su permanencia en el poder, ha sido considerado responsable de 3.065 muertos o desaparecidos acreditados y unos 300.000 exiliados. A diferencia de Castro, dejó un país con tan buena salud económica que el primer gobierno de la Concertación -integrado por las fuerzas de la oposición, desde la Democracia Cristiana al Partido Comunista- no cambió ni un ápice la orientación de la política económica.
Pinochet estuvo arrestado un año y medio en Londres mientras Castro se paseaba impunemente por España sin que nadie se atreviera a decirle nada, y menos que nadie el juez Garzón. Ese juez que, coherente con su ideología izquierdista, dijo sí a investigar los crímenes del franquismo pero no a los crímenes de Paracuellos. Sí a detener a Pinochet, pero no a Castro.
Hay gente que parece creer que solo las dictaduras de derecha son malas. Que solo las dictaduras fachas, como las de Franco, Hitler o Mussolini, provocan víctimas, mientras que las dictaduras de izquierda a lo sumo daños colaterales. Unos daños inevitables que quedan plenamente justificados por el noble fin de la revolución. Esa revolución que terminará con la explotación del hombre por el hombre -y de la mujer por el hombre, no nos olvidemos-, que emancipará al género humano y salvará al planeta y a todas sus especies.
⚡️ “Hasta nunca, Comandante” por @CatalanAnalysthttps://t.co/3AkNenlC0F— The Catalan Analyst (@CatalanAnalyst) 26 de noviembre de 2016
Carlos Eire | The Washington Post
●Convirtió a Cuba en una colonia de la Unión Soviética y casi causó un holocausto nuclear.
●Patrocinó el terrorismo donde pudo y se alió con muchos de los peores dictadores de la tierra.
●Fue responsable de tantas ejecuciones y desapariciones en Cuba que es difícil calcular un número preciso.
●No toleró discrepancia alguna y construyó campos de concentración, que llenó al máximo, a un ritmo sin precedentes. Encarceló un porcentaje mayor de su propio pueblo que la mayoría de los demás dictadores modernos, entre ellos, Stalin.
●Aprobó y promovió la práctica de la tortura y de los asesinatos extrajudiciales.
●Obligó al exilio a casi un 20 por ciento de sus compatriotas, muchos de los cuales hallaron la muerte en el mar, sin ser vistos ni contados, mientras se escapaban de él en burdas naves.
●Reclamó toda propiedad para sí mismo y para sus secuaces, cortó la producción de alimentos y empobreció a la vasta mayoría de su pueblo.
●Prohibió la empresa privada y los sindicatos, eliminó la amplia clase media cubana y convirtió a los cubanos en esclavos del estado.
●Persiguió a los homosexuales e intentó erradicar la religión.
●Censuró todos los medios de expresión y comunicación.
●Estableció un sistema escolar fraudulento que proporcionó adoctrinamiento en lugar de educación y creó un sistema sanitario de dos niveles, con asistencia médica inferior para la mayoría de los cubanos, y superior para sí mismo y su oligarquía. Después, sostuvo que todas sus medidas represivas eran absolutamente necesarias para asegurar la supervivencia de esos proyectos de bienestar social ostensiblemente “gratuitos.”
●Convirtió a Cuba en un laberinto de ruinas y estableció una sociedad de apartheid, en que millones de visitantes extranjeros gozaron de derechos y privilegios vedados a su pueblo.
●Nunca se disculpó por sus crímenes ni fue procesado por ellos.
Mientras escribo estas líneas apresuradas pienso en mi madre y en que hace pocos días visité su tumba en Miami, y lamento que no hayamos podido celebrar juntos esta noticia. Pero lo haremos. Ha amanecido. Y entonces comprendo que la muerte de Fidel Castro es sobre todo un acontecimiento higiénico, que el mundo es hoy un mundo más limpio y un mundo mejor desde que no está en él ese asesino. | Juan Abreu
***
El proyecto Verdad y Memoria de Archivo Cuba documenta las muertes y desapariciones por causas políticas de la revolución cubana y estudia temas de transición sobre memoria, verdad y justicia. Promueve el pleno ejercicio de todos los derechos del pueblo cubano, fomenta una cultura de respecto a la vida y honra la memoria de los que han pagado con sus vidas.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada
Nota: Només un membre d'aquest blog pot publicar entrades.