diumenge, 8 de gener del 2017

La impostura del 'calentamiento global' o por qué el 'cambio climático' no es ciencia sino política



Dicen los sabios que el planeta se calienta porque las emisiones de C02 de origen antropogénico crecen y se produce un efecto invernadero que va a abocar a desastres de todo tipo. La lógica es aplastante: si el hombre emite cada vez más gases de efecto invernadero (el CO2 es solo uno de ellos, el derivado de la industrialización y del crecimiento de las economías del mundo desde el siglo XIX), estos calientan el planeta y ese calentamiento va a traer problemas de imposible resolución y una gran mortandad, con lo que la solución es clara: reduzcamos la emisión de CO2 y asunto resuelto, ¿no?

No.

Vamos por partes.

1. El dióxido de carbono (CO2) es solo uno de los gases de efecto invernadero. Los demás [metano (CH4), óxido nitroso (NO2), hidrofluorocarbonados, perfluorocarbonos, hexafluoruro de azufre (SF6) y vapor de agua] no se mencionan habitualmente, cuando muchos de ellos tienen una capacidad potencial muy superior para elevar la temperatura.

2. El efecto invernadero contribuye al calentamiento con 153 W/m². De estos, 150 W corresponden al vapor de agua, 3 W al de CO2, metano y otros gases. Y recordemos que solo parte del CO2 es antropogénico. Es un porcentaje mínimo, sí, pero qué se le va a hacer.

3. El dióxido de carbono en la atmósfera procede de diversos orígenes. El antropogénico no es el más abundante, pero sí es el culpable oficial. Y es lógico: intente usted reducir la emisión de CO2 de la descomposición de las plantas, de la respiración de los seres aerobios, de la fotosíntesis de los vegetales (algas incluidas) o de las erupciones volcánicas.

4. El porcentaje de CO2 en la atmósfera es, desde hace unos meses, de 400 partes por millón: 400 ppm, en la jerga. Un 0,04% del total. Suena poco porque es poco. Le dirán que es un gran calentador, pero no le dirán que el vapor de agua, existente en porcentajes mucho mayores, lo es en mucha mayor medida. Y es que al vapor de agua no le pueden echar la culpa, no porque la tenga o la deje de tener sino porque, aun siendo antropogénico en parte, su emisión no se corresponde con los países más ricos del mundo, a los que hay que culpar sí o sí. (Tampoco el mayor emisor de CO2 es el país más rico del mundo; luego lo veremos).

5. ¿Es mucho eso? Durante el siglo XX, la concentración de CO2 en el aire ha pasado de 0,03% a 0,04%: un incremento de 0,007%. Con todo, esas 400 ppm son uno de los porcentajes más bajos de la historia del mundo, pero qué más da. Es el culpable oficial, ya digo.

6. Bien, vale, pero si la atmósfera se calienta, habrá que hacer algo, ¿no?

7. Pues no, no se calienta. En los últimos casi 19 años, no se ha calentado.

8. Los registros de temperatura desde 1901 (Siglo XX) son erráticos. La temperatura subió entre 1914 y 1944. Entre 1944 y 1978 el planeta se enfrió, a pesar de las guerras y el desarrollo, pero volvió a templarse entre 1978 y 1998. No ha habido calentamiento alguno entre 1998 y 2016. Todo ello, en paralelo con un notable incremento del CO2. Ninguno de los sabios mencionados sabe explicar por qué ante un crecimiento matemático del CO2 en la atmósfera las variaciones de temperatura no se corresponden de manera igualmente lineal, sino que se comportan erráticamente. A eso llaman "la pausa", pero su génesis es un arcano. Vamos, que no saben.

9. En el siglo XX, la temperatura se ha incrementado en 0,6 °C en medición de superficie.

10. Antes, entre los siglos XV a XIX, se produjo una llamada "pequeña edad de hielo". El brusco descenso de las temperaturas comenzó en 1350, con dos valles en ese siglo XIV y en el XIX (hasta 1850).

11. Antes, en la Baja Edad Media (VI a XIV), se produjo un claro calentamiento.

12. Todo esto no refleja más que un hecho bien constatado: el clima cambia constantemente. El concepto de cambio climático no tiene el significado que se le quiere dar. Para quienes distorsionan el concepto, el cambio climático sería un fenómeno nuevo, antropogénico y letal. Pero va a ser que no.

13. Y si la Tierra (la atmósfera de la Tierra) no se calienta, ¿qué será de los desastres que los neomalthusianos de siempre nos auguran van a acontecer si los humanos (del resto, ni caso) no dejamos de emitir CO2? La lista es larga, pero intentaré abreviarla.

14. El calor es aproximadamente el mismo. Lejos de darse el habitual catálogo de amenazas, los glaciares crecen en Noruega, Nueva Zelanda y Estados Unidos. El hielo interior en Groenlandia aumenta. Los icebergs se desgajan desde siempre. Las nieves del Kilimanjaro se funden desde hace 100 años...

15. Los polos no se funden. El Ártico no se derrite. La Antártida no pierde la capa de hielo sobre el continente y además, se enfría más aún de lo habitual.

16. El nivel del mar no se elevará, de aquí a 2100, n metros(siendo n igual a casi cualquier número que se le ocurra al agorero de turno); no se elevará 200 pies, como dijo Meredith Vieira (NBC) en 2009, ni 20 pies, como aseguró Al Gore (ese premio Nobel), ni siquiera 2,5 pies, como afirmaba el IV IPCC en 2007. [Otro día hablaremos del IPCC, por Intergovernmental Panel on Climate Change, ese (otro) engendro de las Naciones Unidas]. El nivel del mar ha dejado de crecer desde 2010 y de hecho, empieza a decrecer.

17. Si a alguien preocupa que los ecosistemas sufran por el calor, que no se preocupe. Las abejas perecen por la varroasis, un ácaro parásito, pero no por el calor. Es una pandemia datada desde el siglo XIV. Los osos polares han duplicado su población. Los restantes osos hibernan como siempre. Las marmotas duermen como... marmotas. Y obviamente, ninguna de estas extrapolaciones se manifestó durante el Óptimo Climático Medieval, cuando ya había abejas, osos blancos , osos pardos... y marmotas.

18. El clima no es cada vez más tempestuoso. Lejos de aumentar el número y la fuerza de tornados y tifones/huracanes, la frecuencia de ciclones tropicales no ha cambiado desde 1989 y su potencia no hace sino disminuir.

19. Se decía que el (entonces llamado) calentamiento global produciría tanto sequías como lluvias torrenciales (y posteriores inundaciones) en distintas zonas del mundo. Sin embargo, desde 1895 no ha habido sequías severas, salvo las de los años 30 del siglo XX. No se ha verificado mayor incidencia de inundaciones. No hay más lluvia global registrada. No hay nada de eso que nos anunciaban.

20. "No hay certeza científica sobre la posibilidad y la cronología de un cambio climático abrupto y catastrófico", dijo incluso la propia Margaret Chang, directora general de la OMS, en 2008. La malaria no depende del calor sino del mosquito anofeles, vector del parásito plasmodium. No hay más malaria, y si no hay menos es porque la EPA y la propia OMS se empeñaron en prohibir el dicloro difenil tricloroetano (DDT), que rompía el ciclo reproductor del mosquito portador. Cosas que pasan.

21. Las islas no se hunden en el mar, las playas siguen ahí, los corales gozan de buena salud.

Esta retahíla de catástrofes pendientes podría ser tan solo aburrida, por la reiteración con que nos llega el mensaje. Pero no es así; ocurre que sin la amenaza de los males que dicen que nos acechan, la dosis de ineficiencia derivada de la obligatoria inclusión de medidas de descarbonificación sería intragable. El problema es que la reducción de CO2 nos cuesta cara, muy cara, a los países de la OCDE. A los habitantes de China y de la India, por poner un par de ejemplos (China es el mayor emisor de CO2 del mundo, quede claro; el mayor y el que más crece) no les cuesta nada. Siguen quemando carbón barato y generador de CO2 y además lo dicen. Y dicen que seguirán quemándolo cada vez más. Y China sonríe beatífica mientras los países de Occidente se esfuerzan en cavar su tumba y convertirse en una sombra de lo que fueron.

José Ramón Ferrandis | EXPANSIÓN


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