"La principal virtud de la democracia es que deja obsoleta la revolución"
"La revolución consiste en imponer tu fantasía política a todos los demás"
"Los científicos deberían ir a donde les lleve su ciencia, no sus ideas políticas"
"Pensar suele reducirse a inventar razones para dudar de lo evidente"
"No es una de las dos Españas la que nos hiela el corazón, sino la atroz semejanza entre quienes creen que hay dos"
dimarts, 21 de febrer del 2017
La caída de los dioses
En las últimas décadas, los medios de comunicación han alcanzado un poder casi omnipotente. Un poder que, a diferencia de los poderes divididos del Estado, nada contrapesa. El periodismo se ha endiosado, ni tolera la crítica ni hace autocrítica.
Internet y las redes sociales han empezado a erosionar ese poder monolítico, pero aún está por ver si servirá de algo o si será peor el remedio que la enfermedad. En cualquier caso, los tiempos están cambiando.
El incorrecto Donald Trump se atreve a replicar a los Dioses. Cada vez más ciudadanos, con mejor o peor criterio, abandonan los medios tradicionales y se pasan a los alternativos e, incluso, la marca Hero se mete con una periodista estrella de andar por casa, con gran escándalo de los escandalizables de siempre.
El periodismo del que hablo no es el periodismo que trabaja bajo regímenes de dictadura o de limitación de libertades ni del periodismo de guerra, aún que tampoco sean inmunes a la prepotencia y al sesgo partidista. Hablo del periodismo de salón, de esos activistas disfrazados de periodista que pretenden sustituir a los políticos elegidos democráticamente diciéndoles lo que deben hacer y a los ciudadanos lo que deben pensar. Hablo de esa 'internacional mediática' que nos muestra el mundo no tal como es sino como ellos quieren que sea.
Un periodismo que decretó hace tiempo la muerte de la objetividad en su profesión y que ahora acusa a los nuevos medios que no son de su cuerda de publicar mentiras. Para ello, acuña expresiones 'cool', de aparente alto voltaje intelectual, como 'fake news' o 'post-verdad'.
Expresiones que podrían aplicarse perfectamente a sí mismos por las décadas de menosprecio a la verdad factual y de adoctrinamiento en una nueva moral llamada corrección política, que no es otra cosa que la izquierda pero 2.0. La izquierda guay que sustituye la lucha de clases por la lucha de identidades y que gestionan los pijo-progres del sistema.
Un periodismo que todavía no ha entendido por qué ganó Trump en EEUU (o el Brexit en la Gran Bretaña). Un periodismo que publicó encuestas absolutamente erróneas hasta el último día y que no ha sido capaz ni de excusarse ni de dar la menor explicación.
Obama, los demócratas y los grandes medios algo debieron hacer mal para que la mitad del pueblo americano le diera la presidencia a alguien como Trump. Y no sólo la presidencia de EEUU, sino la mayoría en la Cámara de Representantes y el Senado y en la mayor parte de los Estados de la Unión.
Si los escuchas, ellos lo hicieron todo muy bien, por lo que el resultado de las urnas no tiene explicación racional. Es por ello que se preparan para la 'resistencia' e incluso el 'martirio'. Creen que se trata de una conspiración de rusos y cowboys. De una fatalidad. Peor aún, yo aseguraría -si no fuese porque podría ofender a alguna diversidad- que podría tratarse incluso de un castigo divino.
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