'Para generar cambios auténticos, Macron tendrá que trascender los dos modelos políticos que han definido la última década de gobernanza de la UE, dos modelos que se contradicen y a la vez se refuerzan mutuamente: la tecnocracia y el populismo'
La gran pregunta ahora es si Europa puede agarrar el salvavidas que le tira Macron y mirar hacia el futuro en pos de un nuevo proyecto, en vez de hacia el pasado y sus dificultades.
Es verdad que muchos observadores se burlan de Macron por negarse a tomar partido en ningún debate. Y los autores satíricos señalan su costumbre de empezar casi todas las oraciones con “en meme temps” (al mismo tiempo). Pero en una UE que lleva largo tiempo paralizada, los grandes acuerdos que propone Macron pueden ser una salida valiosa, basada no en cambios institucionales, sino en la búsqueda de equilibrios políticos.
Las políticas de seguridad de Macron tratan de compatibilizar la dureza contra el terrorismo con la adopción de un enfoque más humanitario en relación con los refugiados. En materia de política económica, ofreció reformas a cambio de inversiones. Y con su postura firme ante Rusia, sumada a su apoyo a la acción en África y el Mediterráneo, tal vez consiga reunir a los países del sur y del este de la UE en torno de una causa común en política exterior.
Si Macron cumple sus promesas, no defenderá ni la tecnocracia ni el populismo, sino una auténtica tercera vía. Aunque se trata de una expresión indudablemente desgastada, tal vez Macron pueda imbuirle nuevo significado, si logra armonizar (en vez de aceptar) las falsas antinomias del presente. Para esto tendrá que trascender las divisorias geográficas de la UE y posicionarse como alguien capaz de conjugar europeísmo y patriotismo, sistema y antisistema, aperturismo y proteccionismo, crecimiento y responsabilidad fiscal. | MARK LEONARD
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