"La principal virtud de la democracia es que deja obsoleta la revolución"
"La revolución consiste en imponer tu fantasía política a todos los demás"
"Los científicos deberían ir a donde les lleve su ciencia, no sus ideas políticas"
"Pensar suele reducirse a inventar razones para dudar de lo evidente"
"No es una de las dos Españas la que nos hiela el corazón, sino la atroz semejanza entre quienes creen que hay dos"
divendres, 25 d’agost del 2017
La manifestación de hoy en Barcelona es una vergüenza y una temeridad
Una vergüenza porque sabemos que ha sido organizada para otros fines. La Asamblea Nacional de Cataluña, por ejemplo, ya ha llamado a asistir a la misma con 'estelades' -la bananera bandera independentista- en rechazo a la presencia del rey Felipe VI.
Y una temeridad. Y por partida doble. Por un lado, por la crispación nacionalista que puede estallar, con o sin provocación alguna, y crear situaciones de violencia. Por otro, y especialmente, porque es prácticamente inédita una manifestación de este tipo en Europa en rechazo del terrorismo islamista y en solidaridad con las víctimas. Y lo es sobre todo por razones de seguridad, especialmente cuando la manifestación se ha convocado anticipadamente con fecha, hora y lugar.
Con la excepción de París tras los atentados contra Charlie Hebdo, en ninguna otra parte -Berlín, Londres, Estocolmo...- se convocaron manifestaciones multitudinarias de este tipo. Se realizaron concentraciones, actos de apoyo a las víctimas o celebraciones religiosas y civiles.
A diferencia de la de Barcelona, la manifestación de París se planteó como una respuesta conjunta europea por la libertad de expresión y los valores democráticos, contra la intolerancia y el terrorismo yihadista. Es por ello que asistieron a la misma y en su cabecera presidentes y primeros ministros de diversos países europeos y de la instituciones de la UE (Angela Merkel, Donald Tusk o Jean Claude Juncker), así como personalidades políticas de todo el mundo, entre ellas Benjamin Netanyahu y Mahmoud Abbas.
El peligro de un ataque terrorista contra este tipo de actos masivos, a pesar del gran despliegue de seguridad, no es imposible. Son una tentación y un reto. E imaginación para superarlos no les falta a los terroristas. El uso de aviones comerciales como misiles o de simples camiones como tanques en el centro urbano de una ciudad así lo atestiguan.
En el caso de Barcelona, solo con tomar un helicóptero en uno de los tres helipuertos más cercanos a la capital catalana, una avioneta del aeropuerto de Sabadell o una manada de drones con explosivos se podría provocar una masacre apocalíptica, no solo por impacto directo sino por la propia muchedumbre en su huída.
Por favor, dejen de jugar con los ciudadanos y con las víctimas. ¿O es que ya no se acuerdan que nos han declarado la guerra?
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