dissabte, 28 d’octubre del 2017

Puigdemont admite florentinamente su derrota


El mensaje de Puigdemont tras ser cesado no es, ni por el tono ni por el contenido, el de alguien que está plantando cara al Estado, de alguien que no se da por cesado y que sigue al frente del Govern de la República catalana. No. Ni tan siquiera ha realizado ese mensaje desde el Palau de la Generalitat, sino desde su casa en Gerona. Y no lo ha hecho porque sabe y asume que ya no es el President de Cataluña. De lo contrario podría ser acusado de un delito mucho más grave: el de rebelión. Es, pues, el mensaje de un derrotado. Un mensaje florentino en el que Puigdemont alega que solo el Parlamento puede destituirlo, pero en el que no niega que lo esté. Todo lo que hace es llamar a 'una oposición democrática' contra el 155 'respetando las protestas de los catalanes que no están de acuerdo con lo que ha decidio la mayoría parlamentaria'. Algo inédito en la retórica oficial independentista. Puigdemont acata el 155 y acepta el reto electoral del 21-D porque no puede hacer otra cosa que intentar evitar males mayores.





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