diumenge, 23 de desembre del 2018

Señora subdirectora de 'El País', se lo diré sin rodeos: usted me asusta más que Bernardo Montoya





Señora subdirectora de 'El País', se lo diré sin rodeos: usted me asusta más que Bernardo Montoya.

Me asusta, porque de ese crimen lo único que parece importarle no es tanto lo que ese hombre ha hecho sino lo que es, o lo que supone que es. Lo que le importa es su género, su clase y, superándose a sí misma, su pertenencia a... ¡la 'España opuesta'!. Esa otra España que, según usted, está 'empeñada' en ahogar a toda 'una generación que intenta vivir en libertad', ¡como si no viviera en ella desde hace 40 años!

Una España siniestra, asesina y ladrona -por usar sus adjetivos- que sería la realmente responsable de los 'feminicidios' y la que debería ser condenada para evitar nuevas víctimas inocentes.

No sé si se da cuenta, pero eso que ha escrito es lo que siempre han dicho, escrito y hecho los totalitarios: criminalizar a un grupo humano por el hecho de serlo para justificar su sometimiento o su erradicación. Eso que ha escrito -aunque quiero creer que no era esa su intención- no es otra cosa que una incitación a la discriminación, cuando no al pogromo o al genocidio.

Escribiendo sobre las raíces del mal, Hanna Arendt decía que el crimen emocional -celos, venganza, deseo...- puede ser terrible pero es siempre limitado y suele agotarse en si mismo. Por el contrario, el crimen racional -el Gulag, el Holocausto, el genocidio étnico, racial, religioso, de clase...- es siempre ilimitado y en masa. El primero lo cometen personas aisladas, como Montoya, siguiendo un impulso irracional y probablemente enfermizo. El segundo lo comete planificadamente el Estado, sus milicias sectarias o sus masas enfervorizadas debidamente adoctrinadas por amanuenses como usted.



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