Culmina el debate. Adolfo Suárez, en su escaño azul, cierra los ojos y echa lentamente la cabeza hacia atrás. Su gesto de emoción contenida simboliza el momento de máxima racionalidad de la política española. Y es profundamente conmovedor. La reforma se impuso al búnker pero también al adanismo y la ruptura. Y España dio una lección al mundo que hoy el mundo y España parecen haber olvidado. Entonces unos pocos hombres buenos dominaron los instintos propios y ajenos para restaurar la democracia.Seguir leyendo...
Ahora una generación de histéricos pretende embridar la democracia para restaurar el instinto. El nuevo populismo plantea una pregunta que creíamos contestada: ¿qué es la democracia? Y sentencia con letal ligereza: es la voluntad del pueblo, incluso contra las leyes, las instituciones y los jueces. Estados Unidos ha pasado de la ultracorrección política al culto ultra a la incorrección. Ya tiene su primer presidente iconoclasta, un hombre que ha hecho de las vísceras el motor de su campaña. En Gran Bretaña, ocho siglos y un año después de Magna Carta, tres jueces son agredidos por recordar lo obvio: que el Gobierno está sometido a las leyes, que el aval directo del pueblo no sustituye el aval constitucional del Parlamento, que no hay democracia sin reglas. La prensa los ridiculiza; los llama europeístas (!); señala y proclama, oh, que uno es gay. Y cuando la sensatez reacciona, el Gobierno -del partido de Churchill y Thatcher- defiende a la jauría y recurre a la Corte Suprema.
Luego esta foto de Trump y Farage: la cruda paradoja de que las dos naciones que hace un siglo salvaron a Europa de la fuerza devastadora de la irracionalidad sean hoy las que la lideran. España va detrás. Aquí, podémicos y separatistas invocan a la «gente» para plantear una nueva ruptura. Enarbolan la democracia directa contra la democracia representativa. Atacan a la justicia. Ayer otra vez. Asaltan el Congreso desde la tribuna y la barrera. Y, en un movimiento de trileros, impugnan el primer derecho político de la «gente», su soberanía. En esto se revelan como lo que son: el nuevo búnker. La Ley para la Reforma Política no decretó la democracia. Devolvió a los españoles, a todos ellos, su derecho a decidir. Puigdemont, Otegi, Iglesias, Colau... representan una regresión, no ya respecto de la Constitución de 1978, sino del último franquismo. Son la más feroz reacción. | CAYETANA ÁLVAREZ DE TOLEDO
"La principal virtud de la democracia es que deja obsoleta la revolución"
"La revolución consiste en imponer tu fantasía política a todos los demás"
"Los científicos deberían ir a donde les lleve su ciencia, no sus ideas políticas"
"Pensar suele reducirse a inventar razones para dudar de lo evidente"
"No es una de las dos Españas la que nos hiela el corazón, sino la atroz semejanza entre quienes creen que hay dos"
dilluns, 14 de novembre del 2016
El momento de máxima racionalidad de la política española cumple 40 años este 18 de noviembre
Subscriure's a:
Comentaris del missatge (Atom)
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada
Nota: Només un membre d'aquest blog pot publicar entrades.