Veremos periodistas “incómodos” espiados y acosados por investigar abusos del gobierno. Y denunciados en secreto, mediante leyes semi-secretas de poco o ningún control judicial real. Una pesadilla democrática.
Veremos acciones bélicas continuadas del ejército USA que, por ser sin una declaración de guerra, serán llevadas a cabo sin tomarse la molestia de pedir la preceptiva conformidad del Congreso.
Veremos ordenar y llevar a cabo asesinatos con una lista de asesinables, en cientos de acciones e incluyendo a ciudadanos americanos. También sin declaración de guerra, ni ninguna posibilidad de control judicial posterior. Vaya, sin responsabilidad, ni Congreso, ni vainas. Mayormente mediante drones.
Veremos un espionaje masivo de los ciudadanos americanos (del resto no hablemos), también sin ningún control. Bueno, un control llevado a cabo por jueces secretos, y vigilados por comités secretos que, muy en secreto, sólo responden ante Dios o la conciencia que tengan.
Y si a algún funcionario o contratado por la administración se le ocurre intentar denunciar al público estos abusos de poder, se le aplicarán las leyes de espionaje para encerrarlo en vida más o menos para siempre. Y probablemente este gobierno lleve a cabo más acciones de este tipo que la suma de todos los demás gobiernos de toda la historia de los Estados Unidos.
Como todo el mundo sabe que los congresistas y senadores son una panda gilipollas que sólo viven para estorbar, veremos también un récord de gobierno mediante órdenes ejecutivas (no leyes), y mediante ordenanzas de las distintas agencias de la administración. Y la firma de tratados internacionales sin la preceptiva autorización del Senado, bajo la disculpa de que no son vinculantes — pero luego resulta que eran totalmente vinculantes.
Esto que acaban de leer es lo que mucha gente teme que hará Trump cuando sea formalmente presidente de los Estados Unidos. Y, ciertamente, lo más probable es que lo haga. La paradoja, sin embargo, es que todo eso ya lo ha hecho el todavía inquilino de la Casa Blanca, Barack Obama, sin que casi nadie haya puesto el grito en el cielo o se haya rasgado las vestiduras. Obama sigue siendo a los ojos de casi todo el mundo un dechado de virtudes, como su premio Nobel de la Paz nos recuerda. Y es que no hay nada como nacer con la flor- y la pleitesía mediática- en el culo.
Sign the petition to the Electoral College: Elect Hillary Clinton as our next President https://t.co/wrO0dvBpwe— Steven Pinker (@sapinker) 15 de noviembre de 2016
Los que no aceptan la victoria de Donald Trump -que ha sido elegido con las leyes y costumbres electorales con que fueron elegidos Barak Obama y sus antecesores- han puesto en marcha una recogida de firmas para impedir que llegue a la Casa Blanca y lo haga en su lugar Hillary Clinton.
Si bien los electores que componen el Colegio Electoral de EEUU son técnicamente libres de votar a favor de cualquier persona elegible para ser presidente, en la práctica se comprometen a votar por candidatos específicos. Y así ha sido siempre. Para evitar el voto tránsfuga, veintinueve estados más el Distrito de Columbia tienen leyes para castigarlo.
En 1952, la constitucionalidad de estas leyes estatales fue llevada ante el Tribunal Supremo (Ray_v._Blair). El Tribunal falló a favor de las leyes estatales que requieren electores que se comprometan a votar por el candidato ganador, así como a destituir a aquellos que no lo acepten. Como se afirma en el fallo, los electores están actuando como funcionarios del estado.
Ahora, los que se consideran moralmente superiores, incluido este sabio que sin duda es Steven Pinker, llaman a que el Colegio Electoral se salte la legalidad y quite la presidencia a Trump y la entregue a Clinton. De esta manera, Pinker y muchos 'liberales' americanos se sitúan a la altura, por ejemplo, de Artur Mas, ese iluminado que desobedece la Ley por qué obedece al pueblo.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada
Nota: Només un membre d'aquest blog pot publicar entrades.