|
La guerra civil española comenzó porque un socialista, Francisco Largo Caballero, el Lenin español, quería el poder |
¿Por qué el PSOE, sabiendo lo que iba a pasar, lo ha permitido? ¿Por qué se ataron de pies y manos con las primarias? ¿Tal vez para que
dejaran de llamarles fascistas? Y más allá del PSOE ¿Por qué el insensato de Cameron convocó el referéndum del Brexit? ¿Por qué personas aparentemente sensatas, que votarían no a la secesión, están a favor del referéndum en Cataluña?
Estas preguntas parecerán churras con merinas, sin embargo todas ellas tienen un ADN político común, muy moderno y muy progre: la
votocracia, esa particular concepción de la democracia que la izquierda regresiva ha izado como bandera tras el hundimiento de los regímenes comunistas y que seduce a tantos antiliberales.
La
votocracia consiste en que los votos justifican el fin. Mientras la democracia liberal se basa en la limitación del poder de la mayoría, la
votocracia es exactamente lo contrario. Por eso tiene tanto éxito entre totalitarios, ignorantes y necios que no saben ni quieren saber lo que Constant llamaba la
libertad de los modernos, la única democracia realmente existente que nació hace más de doscientos años en Estados Unidos y Europa.
A la izquierda nunca le ha gustado la democracia liberal.
Democracia burguesa la llamaban. Y, por lo que se vé, a la mayoría de los actuales militantes socialdemócratas tampoco les gusta. El resultado de las primarias en el PSOE lo deja claro. Tan claro que se han tirado al monte en busca del PSOE de Largo Caballero, el Lenin español, en lugar del de Besteiro o Felipe González. Para ellos, la gran aportación intelectual de la socialdemocracia a la izquierda -la asunción de la democracia liberal como marco político en donde desarrollar sus políticas sociales- está obsoleta. Y quieren cambiarla a través de la
votocracia, ya que de lo que se trata
no es de alcanzar la verdad sino la victoria.
El modelo democrático liberal europeo lo que busca es el consenso factual a través del debate, cuánto más amplio y profundo mejor, para redactar el libreto y después, si es necesario, elegir a los actores. El modelo es aplicable tanto al Parlamento como a los partidos o los referéndums. El contramodelo de la
votocracia lo que busca es la pura y simple imposición de la mayoría a las minorías. Incruenta (por ahora) en el procedimiento, pero letal en su fin.