dimarts, 9 de maig del 2017

Si pintáramos algo, seríamos el hazmerreír del mundo

'Reverendo mosén, soy la madre superiora de la Congregación, desearía que transfiriese dos misales de mi biblioteca a la biblioteca del cura de la parroquia, él ya le dirá donde se han de colocar. Muy agradecida. Marta'




#LaMadreSuperioraEnsRoba



'La madre superiora de la Congregación revisando los misales con el Papa, al lado de un señor bajito que lo dio todo por Cataluña'

...y desde ese día, Pujol no paró de llenarse la boca de ética y los bolsillos de misales


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Se busca patriota indepe que se atreva a firmar por el gobierno, que se muere de ganas de hacerlo pero que no lo hará porque no quiere dejar al pueblo de Cataluña sin 'Govern'





La contrainvolución francesa


Macron 66,1%, Le Pen 33,9%





La socialdemocracia se está volviendo irrelevante. Está desapareciendo del panorama político europeo. Francia le acaba de dar la puntilla en las elecciones presidenciales. En España, tarde o temprano sucederá lo mismo. Ya sea con Susana Díaz por agotamiento, o con Pedro Sánchez por suicidio. Mientras que la eclosión de una supuesta nueva izquierda parece más un canto del cisne alimentado por la extinción de la socialdemocracia que por el nacimiento de un sólido paradigma político alternativo.

Se ha dicho que la confrontación entre derecha e izquierda ha sido substituida por otra que opone proteccionismo a globalización. Sin embargo, la confrontación derecha-izquierda hace tiempo que ya no existía al haberse confundido ambas en una mélange llamada consenso socialdemócrata.  Un consenso basado en un enorme estado del bienestar y en la apertura de la economía a un libre comercio internacional sin precedentes para sustentarlo.

Paradójicamente, esa confusión ha perjudicado más a la socialdemocracia que a la derecha conservadora. Entre otras razones porque si a alguien ha dañado la globalización no ha sido al tercer mundo como aseguraba la izquierda marxista sino a los más anquilosados sectores productivos tradicionales y de manera especial a los trabajadores industriales poco cualificados de los países capitalistas. Eso ha roto el pacto social que unía la clase obrera a la socialdemocracia y, en menor medida, ha escorado hacia la derecha nacionalista a la venida a menos clase media pequeño burguesa de provincias, por definirla de algún modo.

Ese cambio de sujetos de la confrontación política ha sido especialmente claro y contundente en Francia. La victoria de Macron sobre Le Pen, con los dos principales partidos históricos expulsados de la competición para la presidencia de la República, ha sido como una segunda revolución francesa pero sin guillotina. Una 'revolución' contra la involución. Una contrainvolución, si se me permite la expresión.

La victoria de Macron comporta no dar marcha atrás en el proceso de construcción europea, no revertir la globalización tecnológica, económica y comercial que ha beneficiado a muchísimas más personas de las que ha podido perjudicar. Pero la victoria de Macron significa también que el Frente Nacional, si quiere gobernar, tendrá que renovarse y evolucionar, soltando los lastres que todavía lo vinculan a la extrema derecha. Marine Le Pen lo ha dicho claro: el partido deberá 'cambiar de nombre' y reformarse en 'profundidad'. Igual que hicieron los grandes partidos comunistas europeos tras el hundimiento de la URSS.

La 'contrainvolución' francesa ha sido la primera gran respuesta, tras el Brexit, de los principios liberales frente al identitarismo y el nacionalismo populista. Que dure.



España se ha convertido en un tabloide




Tras leer mi último artículo en estas páginas, Luis Garicano puso el siguiente tuit: «Mucho cuidado. Empieza la campaña para conseguir la impunidad por el caso de corrupción más grave de la democracia». Su valoración del caso Lezo como el peor desde la muerte de Franco, por encima de Filesa, Roldán, Ibercorp, KIO, Rumasa, ERE, Gürtel o cualitativamente Pujol, no me sorprendió. La actualidad es un narcótico: impone su agenda, adormece la memoria, favorece la exageración. Lo que me llamó la atención fue que Garicano -economista, hombre racional, partidario del sometimiento de la política a los procedimientos y conclusiones de la ciencia, ¡consejero de Euromind!- convirtiese una defensa de las garantías procesales en un sórdido y, ojo, delictivo intento de encubrimiento. Es decir, que incurriese en el típico proceso de intenciones en el que anida el gusano populista. Como un Iglesias o un Sánchez cualquiera. Y pensé: estamos peor de lo que creíamos.

(...)

La indefensión de un investigado alcanza hoy niveles impropios de un Estado de Derecho. Está ciego. Su abogado no tiene acceso al sumario. No sabe de qué se le acusa. No puede preparar su defensa ni ofrecer su versión a los medios. Sin embargo, día a día, ve cómo su nombre acapara titulares. Cómo la opinión pública dicta sentencia. Y así durante meses, mientras el juez prorroga el secreto del sumario. Para cuando llega al banquillo, ya está desahuciado. Aunque el tribunal fuera impermeable al mundo exterior y dictase su absolución. Así le ocurrió, entre tantos otros, a Francisco Camps, al que el diario El País sigue citando como paradigma de la corrupción.

Es cierto que el Código Penal castiga a los jueces, fiscales o funcionarios que filtren datos de un sumario. Incluso con pena de prisión. ¿Pero alguien es capaz de ponerle cara o nombre a un filtrador? ¿Cuántos han sido condenados? «Casi cero», en desolada expresión de un catedrático de Procesal. La porosidad de los juzgados, camarotes de los hermanos Marx, no facilita la identificación de los culpables. Pero tampoco hay voluntad. La impunidad nace también de la convicción. Los hipócritas claman contra los filtradores con la boca pequeña. Porque la filtración es un negocio. Desde luego político y a veces también económico. Y porque en los juzgados impera una práctica habitual entre nuestras élites: la irresponsabilidad.

Es curioso. Ahora que está tan de moda exigir a los dirigentes políticos que asuman su responsabilidad in vigilando sobre la conducta de miles de cargos públicos, nadie exige a los jueces que asuman la suya sobre los delitos cometidos entre un puñado de colaboradores. En Estados Unidos y Reino Unido se han disuelto jurados y se han anulado juicios por la contaminación mediática. Aquí no pasa nada.

Tampoco los medios han sido proclives a asumir su responsabilidad ante ciudadanos inocentes. La jurisprudencia, subrayan, les protege. Y es cierto. Pero para un buen periodista, qué triste consuelo. La utilización de material robado a sabiendas; la divulgación de datos fiscales -Aznar, Aguirre, ahora Bardem-; la vulneración del derecho a la intimidad mediante la publicación de conversaciones sin interés para la causa... España se ha convertido en un tabloide. En cambio, el país que los inventó (y quizá precisamente por ello) ha escogido un camino distinto. En Gran Bretaña rige desde 1981 el Contempt of Court Act, según el cual un medio puede ser castigado por contribuir a un juicio paralelo o publicar una información sujeta a secreto. ¿Vamos a acusar por ello a los británicos de laxitud ante la corrupción o de insensibilidad hacia la libertad de prensa? | CAYETANA ÁLVAREZ DE TOLEDO
Leer el artículo completo, aquí.


La Sexta cumple una función social: darnos la dosis periódica de mentira que necesitamos



Eso que ven encima de estas líneas es una invención de cabo a rabo. Una 'fake news'. Una mentira. Una de las tantas con la que muchos 'respetables' medios de comunicación nos engañan a diario.

Esta mentira de La Sexta la destripan, punto por punto, aquí:

¿De dónde surge el bulo?

En 2000 la OMS publica en un informe las principales causas de muerte entre los 15 y los 44 años. Observad que la violencia interpersonal es la 5ª causa:



Al desglosar por sexo vemos que son las víctimas masculinas las que la elevan a esa posición, ya que para los hombres es la 4ª causa, por detrás del VIH, los accidentes de tráfico y la tuberculosis; y para las mujeres es la 9ª, por detrás del VIH, la tuberculosis, las heridas autoinflingidas, los accidentes de tráfico, la hemorragia obstétrica, las enfermedades respiratorias inferiores, la sepsis materna y el cáncer de pecho).

Pero bueno: nos quedamos con que en general es la quinta.

En 2002 la OMS publica otro informe (basado en el primero y en los datos que acabamos de ver) donde dice lo siguiente:

No country or community is untouched by violence. Images and accounts of violence pervade the media; it is on our streets, in our homes, schools, workplaces and institutions. Violence is a universal scourge that tears at the fabric of communities and threatens the life, health and happiness of us all. Each year, more than 1.6 million people worldwide lose their lives to violence. For everyone who dies as a result of violence, many more are injured and suffer from a range of physical, sexual, reproductive and mental health problems. Violence is among the leading causes of death for people aged 15–44 years worldwide. World report on violence and health (World Health Organization)

Es decir: que la violencia es una de las principales causas de muerte de personas en el mundo, entre los 15 y los 44 años. Y efectivamente, ya hemos visto que es la quinta. A partir de este punto, el dato de la OMS sufre una serie de transformaciones para adaptarse al gusto de La Sexta Noticias:

  1. Convertimos el problema en exclusivamente femenino. La violencia es una de las principales causas de muerte DE MUJERES en el mundo, entre los 15 y los 44 años. 
  2. Nos olvidamos de la horquilla de edad para inflar un poco el dato. La violencia es una de las principales causas de muerte de mujeres EN EL MUNDO.
  3. Obviamos las causas anteriores para inflarlo un poco más. La violencia es LA PRINCIPAL causa de muerte de mujeres en el mundo.
  4. Olvidamos que hay otros tipos de violencia interpersonal, para llevar el asunto al terreno que nos interesa. La violencia DE GÉNERO es la principal causa de muerte de mujeres en el mundo. 
Y ale hop. Por arte de birli birloque, 275.000 hombres muertos a manos de un tercero se convierten en mujeres asesinadas por su pareja.

Con un toque de varita, 60.000 mujeres muertas (por violencia interpersonal, que engloba la de pareja) pasan a ser más que 131.000 (por accidentes de tráfico), más que 137.000 (por cáncer) e incluso más que 1.100.000 (por VIH).