dijous, 2 de febrer del 2017

Nada hay peor para la ciencia que su moralización


"No hay nada peor para la ciencia (vaya, para el conocimiento) que la moralización de uno de sus postulados. Porque moral es lo que no se discute, y conocimiento es lo que sí debe discutirse … si se pretende que avance y que no descarrile. Toda nuestra idea (occidental) de conocimiento se basa en que necesita crítica; no sólo libre, sino activa. Si por algún motivo externo (por ejemplo una moralización) la crítica desaparece, se hace necesario crearla aunque sea de una forma artificial (por ejemplo, abogado del diablo). La evolución, como cualquier conocimiento, necesita gente que crea que es falsa, o que intente creer que es falsa. Vaya, buscarle todas las pegas posibles. ¡Precisamente para limpiarla de pegas! Estos creacionistas americanos, o diseño inteligente, etc, merecen mucho más un monumento que el oprobio. Hay que echarle narices para ponerse en contra de tanta evidencia. Sin embargo, al hacerlo, seguramente serán los primeros en ver lo que (todavía) no se puede explicar bien mediante la evolución. Son un acicate para el conocimiento; no un freno. El freno son los que les quieren prohibir hablar, e incluso existir." | PLAZA MOYUA
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Esta reflexión viene a cuento del pecado cometido por Trump al pedir al líder de la Liberty University, el creacionista Jerry Falwell Jr., que dirija un grupo de trabajo sobre el "exceso de regulación y la microgestión de la educación superior". Es decir, que Falwell no puede tener ninguna responsabilidad educativa por ser creacionista (o por ser blanco o negro, o vegano o carnívoro, o escéptico o alarmista climático...). Se le juzga por lo que es o por lo que cree y no por lo que hace.

Pues bien, estos aspirantes a totalitario no se limitan a moralizar postulados de la ciencia para salvar a la humanidad sino que se dedican también, y con gran habilidad, a la extracción de dinero público para cualquier proyecto que afiance la corrección política. Hasta ahora no les ha ido del todo mal, por no decir que francamente bien. Pero con la llegada de Trump a la Casa Blanca parece que se les acaba el 'chollo'. Es por ello que se han puesto en pie de guerra y han convocado una Marcha por la Ciencia -que es como la Marcha de las Mujeres pero con cerebritos- que se celebrará el próximo 22 de abril. En su manifiesto de convocatoria los cerebritos escriben:

En la Marcha por la Ciencia estamos comprometidos a resaltar, solidarizarnos y actuar como aliados de los científicos negros, latinos, asiáticos, isleños del Pacífico, indígenas, no-cristianos, mujeres, discapacitados, pobres, gays, lesbianas, bisexuales, mariflores, transexuales, no-binarios, sin género, e intersexuales; así como de los defensores de la ciencia. Tenemos que trabajar para hacer la ciencia disponible para todos y estimular a los individuos de todos los orígenes a proseguir carreras científicas, especialmente en posiciones y grados avanzados. Un grupo de científicos diverso produce una investigación crecientemente diversa, que amplía, refuerza y enriquece la indagación científica y por tanto nuestra comprensión del mundo.

No es broma, ni una fake news, como podrán comprobar si leen el manifiesto de convocatoria. Como tampoco es una broma ni una fake news lo que sigue:




"Los glaciares son iconos clave de cambio climático y cambio medioambiental global. Sin embargo, las relaciones entre género, ciencia, y los glaciares -especialmente relacionadas con cuestiones epistemológicas sobre la producción de conocimiento glaciológico- se mantienen subestudiadas. Este estudio propone un marco de glaciología feminista con cuatro componentes clave: (1) productores de conocimiento; (2) ciencia de género y conocimiento; (3) sistemas de dominación científica; y (4) representaciones alternativas de los glaciares. Uniendo estudios feministas post-coloniales y ecología política feminista, el marco de glaciología feminista genera un análisis robusto de género, poder, y epistemologías en sistemas socio-económicos dinámicos, conduciendo por tanto a una ciencia más justa y equitativa y a interacciones hielo–humanos."
Traducción Plaza Moyua

La política estará en malas manos, pero hay que ver en qué manos está la ciencia...


La doble moral de la Internacional mediática

El diario El País publicaba el otro día un artículo titulado 'Mentiras y verdades del veto migratorio de Trump'. Y piqué. Creí que encontraría, por una vez, una relación contrastada de las cosas falsas y las ciertas que se han dicho sobre el tema. Pero no. Era otro titular engañoso, ya que el artículo se limita a despachar en pocas líneas que las verdades sobre el 'veto' migratorio son todas falsas y no hay ni una de cierta. Ergo, Trump es muy malo.



El artículo sonroja por la debilidad de la mayoría de sus argumentos que, en el mejor de los casos, se refieren a aspectos técnicos irrelevantes o, por el contrario, a juicios de intención, ignorando el contenido concreto de las disposiciones legales emitidas.

Sorprende -en realidad, no- que se olvide, por ejemplo, que Obama aplicó una restricción de visados a los viajeros europeos, de Japón y de Australia que hubiesen visitado Irán, Irak, Sudán o Siria desde 2011 o que tuviesen doble nacionalidad con uno de esos países. Es decir, musulmanes. En total, la medida afectó a 38 países y a unos 23 millones de pasajeros.

Pero entonces, la Internacional mediática eludió, simplemente, la palabra 'musulmanes'.