dilluns, 28 de setembre del 2015

Catalanes entre las palomas [The Economist]

THE ECONOMIST.- Catalonia's election proved a personal triumph for regional president Artur Mas, whose separatist Together for Yes platform was a clear winner though it fell short of an absolute majority in Barcelona‘s parliament. Barring last minute warfare amongst the component parts of a platform that included his centre-right Catalan Democratic Convergence party, the left-wing Catalan Republican Left and a varied array of independent separatists, Mr Mas will continue to head the regional government of this wealthy corner of north-east Spain.

That was the easy part. Watched intently by other fervent separatist movements around Europe, Mr Mas now plans to follow the “roadmap” to independence that brought this disparate group together for the election—a poll that he billed as a plebiscite on separation from Spain. With the backing of the far-left Popular Unity Candidacy, the separatists have a comfortable parliamentary majority. But Catalonia's unequal voting system, which favours less-populated rural areas, means this majority was won with fewer than 50% of votes. When looked at as a plebiscite, the result changes. In fact, 51.7% of Catalans voted “no” to independence. That will make life tricky for Mr Mas as he bids for international support. The roadmap foresees negotiations with Madrid that could prevent a unilateral declaration of independence scheduled for Spring 2017. But Spain must conduct a general election before the end of the year. Only then will we know how Madrid plans to handle the situation.


Artur Mas: 'Jamás iniciaré un proceso de independencia dividiendo en dos mitades a Cataluña'

Lo dijo en 2010 y lo repitió en 2011

Resultado final de las elecciones catalanas






La noche en que Mas perdió el plebiscito y Ciudadanos ganó las elecciones

Mucho ruido para las mismas nueces. Eso es lo que han logrado Artur Mas y sus socios independentistas, a tenor de los resultados electorales, en tres años de permanente y extenuante campaña soberanista.  Han invertido mucho tiempo y dinero (incluido el del Govern) en crear plataformas, organizar happenings participativos o impartir discursos grandilocuentes, pero no han logrado avanzar ni un milímetro electoralmente. Los datos son tozudos: en 2012, CiU más ERC más la CUP obtuvieron 74 diputados y el 47,89% de los votos. Hoy, han obtenido 72 escaños -dos menos- y el 47,85 de los votos.

A pesar de ello, a pesar de sus caras poco risueñas, han proclamado que se creen legitimados para seguir adelante con el 'procés' , un proceso-express que ha de conducir a la independencia en 18 meses. Esa es su democracia: les basta con tener la mitad más cuatro de los escaños -si es que finalmente la CUP los apoya- para creerse legitimados a imponer su modelo de estado a todos los demás. ¡Y luego denuncian lo que aprueba el PP con su mayoría absoluta en el Congreso de los Diputado como crímenes contra la democracia!

Pero si los independentistas se han quedado como estaban, Cataluña no. Lamentablemente, han conseguido dividir física y emocionalmente a este país. Una división, sin embargo, que ha tenido algo positivo: que los que no piensan como ellos se hayan movilizado para frenar su avance en las urnas. Y lo han hecho con un voto claro y masivo, especialmente por Ciudadanos, que se ha constituido como el primer partido de Cataluña, ya que Junts pel Sí no es un partido sino un movimiento.

Han jugado a aprendices de brujo y se han quemado los dedos. Artur Mas, ese jefe de planta del Corte Inglés que un día se despertó creyéndose Moisés, ha logrado en un tiempo récord liquidar a su partido, hundir el gobierno de la Generalidad y encerrar al soberanismo en un callejón sin salida. Y ahora, cuando creía que iba a resucitar como el Ave Fénix, se ha perdido definitivamente a si mismo. Lo dejó todo para ganar un plebiscito que ha perdido. Lo dejó todo, incluso las elecciones autonómicas, que Ciudadanos le ha ganado moral y políticamente. Apostó ruidosa y ruinosamente para quedarse con el nogal, pero se ha tenido que conformar con las mismas nueces de siempre.