diumenge, 18 de febrer del 2018

La inmersión lingüística responde a la idea nacionalista que los catalanes son un solo pueblo y tienen un solo idioma




Las virtudes de la inmersión lingüística para aprender un idioma nadie las discute. Lo que se discute es si la inmersión en catalán ha de ser permanente y excluyente del castellano como lengua vehicular en todas las escuelas públicas de un territorio con dos lenguas oficiales.

En sus inicios, la inmersión se entendió ante todo como una acción de discriminación positiva -y como tal, temporal- dado que el catalán había sido excluido del sistema educativo y del conjunto de la administración pública durante los 40 años de la dictadura franquista. No olvidemos que se partía de una situación de bilinguismo asimétrico: en Cataluña, todos los ciudadanos de lengua materna catalana eran bilingues, aunque mayoritariamente analfabetos en su propio idioma; por el contrario, no todos los ciudadanos de lengua materna castellana eran bilingües, aunque prácticamente todos eran alfabetos en el suyo.

Tras tres décadas y media de inmersión lingüística, el monopolio del catalán en la escuela ha crecido y se ha extendido convirtiéndose en imprescindible e intocable. El consenso sobre la necesidad de la discriminación positiva del catalán ocultó que el nacionalismo había percibido que la inmersión lingüística era el instrumento clave que necesitava para la vertebración nacional de una futura Cataluña independiente. La inmersión total y permanente respondía a la idea que los catalanes son un solo pueblo y tienen un solo idioma. La inmersión lingüística se convirtió, de hecho, en el inicio del 'procés'.

A pesar de la evidencia, muchos siguen diciendo, especialmente en la izquierda, que la inmersión lingüística es una política de cohesión social, no de identidad nacional. Tal vez lo digan porque la idea fue de la socialista-catalanista Marta Mata y de Pepe González, socialista proveniente de la Federación catalana del PSOE. Frente al modelo inicial de Jordi Pujol de dos opciones escolares separadas, una en catalán y otra en castellano, el PSC y el PSUC consensuaron en el Parlament un modelo unificado y no segregador. Modelo que fue aceptado por la población castellanoparlante porque vieron en él un instrumento de promoción e integración en la sociedad catalana.

Sin embargo, hace tiempo que ese modelo ya no existe. Ha derivado en otro de voluntad monolingüe, de claro supremacismo lingüístico catalán, que agita el espantajo de la segregación escolar para blindarse. Un espantajo que nadie abandera en Cataluña, incluidos Ciutadans y el PP. La segregación no es alternativa a la inmersión monolingüe.

Lo que se plantea, hoy por hoy, es mucho más simple: cumplir lo que han sentenciado los jueces  -el 25% de las asignaturas se tiene que impartir en lengua española- y que se haga efectivo - es decir, sin presiones, sin repudio y sin acoso- el cumplimiento del artículo 11.4 de la Ley de Educación de Cataluña, cuando dispone que "en el curso escolar en el que los alumnos inicien la primera enseñanza, las madres, los padres o los tutores de los alumnos cuya lengua habitual sea el castellano pueden instar, en el momento de la matrícula, y de acuerdo con el procedimiento que establezca el Departamento, que sus hijos reciban atención lingüística individualizada en esta lengua".


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Para una mayor información sobre las competencias que tiene todavía el Estado en materia educativa, ver este apunte de Teresa Freixes.

Para un conocimiento más detallado de la evolución del modelo de inmersión lingüística, ver este artículo que Joaquim Coll en El Periódico

Mercè Vilarrubias, Catedrática de Lengua: “La inmersión solo existe en Cataluña y en Groenlandia”

'Nadie pretende que no se use el catalán como lengua vehicular, lo que se pretende es que también pueda ser usado, simultáneamente, el español, como se hizo en los primeros años de la democracia. No se pide una "doble línea" escolar, con escuelas distintas según la lengua de la enseñanza. Se pide que en todas las escuelas se enseñen y se usen las dos lenguas, en condiciones no discriminatorias y, si es necesario, con acciones positivas respecto de la que precise mayor atención, para que los destinatarios de la enseñanza tengan el máximo de facilidades, tanto en su inserción social como en el desarrollo profesional futuro.' TERESA FREIXES

Los catalanes rechazan la inmersión lingüística obligatoria en catalán