A team of scientists at Harvard University and a company called Carbon Engineering announced this week that they’ve figured out a low-cost, industrial-scale method of pulling carbon dioxide out of the atmosphere. Needless to say, it sounds like an exciting technology, which would, as The Atlantic’s Robinson Meyer notes, “transform how humanity thinks about the problem of climate change.”Seguir leyendo...
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It now seems likely that we’re going to be able to reach environmentalists’ carbon-cutting goals at a fraction of the price. The paper claims that companies will be able to remove a metric ton of carbon dioxide from the atmosphere for as little as $94. The cost of averting less than one degree of warming by 2100, according to some, would have cost around $2 trillion every year for a century — which doesn’t include the economic toll it would extract from the world’s economy.
"La principal virtud de la democracia es que deja obsoleta la revolución"
"La revolución consiste en imponer tu fantasía política a todos los demás"
"Los científicos deberían ir a donde les lleve su ciencia, no sus ideas políticas"
"Pensar suele reducirse a inventar razones para dudar de lo evidente"
"No es una de las dos Españas la que nos hiela el corazón, sino la atroz semejanza entre quienes creen que hay dos"
divendres, 8 de juny del 2018
Descubren un método de bajo coste para extraer el CO2 de la atmósfera y acabar con el 'calentamiento antropogénico'
Lo que sabemos y lo que no sabemos sobre el cambio climático
Nunca ha habido algo parecido a un clima constante en nuestro planeta. Nuestro clima ha estado continuamente en movimiento. La historia de la Tierra nos dice que los períodos muy fríos ('glaciales') siempre han alternado con períodos muy cálidos ('interglaciales'). Viajar de un período muy frío a uno muy cálido y viceversa no fue un viaje suave y predecible sino caótico y accidentado. Hace unos 20,000 años vivimos la edad de hielo más reciente. Los restos de este invierno largo y global aún son visibles. Hoy vivimos en un período de calentamiento global; 'negocios como siempre' en términos del patrón natural de glaciales e interglaciales. Sería tonto negar eso.
La existencia del cambio climático está fuera de toda duda. La gran pregunta es: '¿Cuál es la causa principal del calentamiento global actual? ¿Es la humanidad, o es el sistema natural? Sin saber la respuesta a esta pregunta, la humanidad podría terminar como un Don Quijote moderno, luchando en una batalla tonta e inútil. Las políticas climáticas actuales se basan en la convicción de que "la ciencia está asentada" y que la humanidad es la principal causa del calentamiento global. También se cree que nuestras capacidades tecnológicas nos permitirán configurar el clima de la Tierra. Pero, ¿hay alguna evidencia científica para una declaración tan audaz y para una creencia tan incondicional?
Este ensayo ofrece una descripción actualizada de lo que sabemos y lo que no sabemos sobre el cambio climático. Está destinado principalmente a los millones de laicos interesados que están desesperados por escuchar una historia veraz que puedan entender. Estas personas sospechan que los alarmistas climáticos los engañan. Como grupo, tienen el potencial de presionar a los políticos para que dejen de utilizar modelos poco validados y se centren en políticas climáticas basadas en la evidencia.
Sobre el Autor
Guus Berkhout es profesor emérito de física e imagen sísmica en la Universidad Tecnológica de Delft, Países Bajos. Es el director fundador del Centro para el Cambio Socioeconómico Global (CFGSEC), miembro de la Academia Real de los Países Bajos de las Artes y las Ciencias (KNAW) y miembro sénior de la Academia de Ingeniería de los Países Bajos (AcTI).
¿Por qué la serie israelí Fauda tiene tanto éxito entre los palestinos? Porque dice la verdad
THE SPECTATOR.- Fauda (Netflix), on the other hand, doesn’t give a shit whether you think it’s caring or sharing or has a wholesome moral core. It’s Israeli. It’s not there to make friends. Or take prisoners. And as a result it’s honest, true, gripping, real — and definitely your new favourite TV series.Leer el artículo completo, aquí
You can see immediately why it has been a huge hit in Israel. It’s a thrillingly gritty series about an undercover Israeli Defence Force intelligence unit whose job is to fight mostly Palestinian terrorists. There’s moody, downbeat ox-like Doron (played by Lior Raz who, before becoming an actor, did this sort of thing for real); handsome Mickey Moreno; ludicrously hot Nurit; careworn but pragmatic Captain Ayub. They’re tough, fit, committed, brave; their banter is terse; they love one another like family; they’re the defenders of their fragile, perpetually threatened civilisation.
And, by extension, of our civilisation. Their womenfolk are bareheaded, open, sexually promiscuous; they drink beer and smoke bongs at barbecues; their bars serve the same array of spirits, play the same dance music, entertain the same beautiful young things you’d find in London, Paris, New York, Tokyo; they’re religious, some of them, but not oppressively so. Life is good, the economy is booming, the future is bright.
Not so the world on the other side of the wall — so alien it might as well be Mordor or the land of the Wildlings and the White Walkers. The men all chain smoke (about the only thing they have in common with the Jews), but drink only endless sugary drinks (coffee or juice) or water. Women lurk mainly in the background, behind veils. Homes are much shabbier, except when you’re senior in Hamas which buys you a bit of bling. The general mood is one of sexual repression, simmering resentment, dogged piety — enlivened only by the constant threat of violence. You really wouldn’t want this world view to end up the winner.
Yet amazingly the Palestinians love this series too. Or perhaps not so amazingly, because it does them the service of taking them seriously, even treating them with grudging respect. Their brooding killers are intelligent, capable, single-minded, devout — the ultimate expression of a culture which combines the Mafia’s obsession with honour, blood feuds and family loyalty with unswerving submission to the will of Allah.
So apart from providing edge-of-seat entertainment (drawn-out scenes of unbearable tension suddenly bursting into car chases or shoot-outs or explosions), compelling character acting and location shots so atmospheric you wonder how they were ever able to film it (especially in places like Nablus), it gives you a far clearer understanding of what’s really going on in the Middle East than anything you’ll ever see on the BBC.
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