dimarts, 29 de setembre del 2020

¿DEBERÍAN HACERLES LA PRUEBA DE COVID-19 A LAS PERSONAS QUE NO ESTÁN ENFERMAS?


En agosto, los Centros para la Prevención de Enfermedades y Control revisaron su protocolo para sugerir centrarse en los ancianos y los pacientes con síntomas. Se puede disculpar el pensar que más pruebas siempre es mejor, pero eso no es cierto. Cualquiera puede infectarse con el virus, pero existe una diferencia mil veces mayor de riesgo de muerte entre los jóvenes y los ancianos. La estrategia de prueba debe reflejar eso.

No tiene mucho sentido utilizar pruebas para controlar a los niños asintomáticos y ver si es seguro que vayan a la escuela. Cuando los niños están infectados, la mayoría son asintomáticos y el riesgo de mortalidad es menor que el de la gripe. Si bien la transmisión de adulto a adulto y de adulto a niño es común, la transmisión de niño a adulto no lo es. Por tanto, los niños suponen un riesgo mínimo para sus profesores. Si un niño tiene tos, secreción nasal u otros síntomas respiratorios, debe quedarse en casa. No necesitas una prueba para eso.

¿Qué se lograría con las pruebas rutinarias de Covid-19 en niños? Un niño sin síntomas que dé positivo en la prueba sería enviado a casa y privado de educación. Un número suficiente de casos asintomáticos provocaría el cierre de escuelas. Sin embargo, el consenso de salud pública es que el aprendizaje en el aula es importante y los cierres son muy perjudiciales. Eso es especialmente cierto para los niños de clase trabajadora, cuyos padres no pueden pagar tutores o “módulos” de aprendizaje, sino que deben tomar decisiones difíciles entre supervisar la educación de sus hijos y pagar las cuentas.

Suecia fue el único país occidental importante que mantuvo las escuelas abiertas para niños de 15 años o menos durante la pandemia, sin máscaras ni pruebas masivas. ¿Cómo resultó? Cero muertes por Covid-19 entre 1.8 millones de niños que asisten a guarderías o escuelas. Los profesores no tenían un riesgo de infección excesivo en comparación con el promedio de otras profesiones.

Los resultados de la reapertura de escuelas también son prometedores en Inglaterra. Mark Woolhouse, del Comité Asesor Científico para Emergencias del Reino Unido, ha dicho que “estuve de acuerdo con el bloqueo como una respuesta de emergencia a corto plazo porque no podíamos pensar en nada mejor que hacer”, pero “cerrar las escuelas no era algo epidemiológicamente sensible hacer.” El Reino Unido “debería haberse concentrado en los hogares de ancianos”.

Las escuelas israelíes reabrieron en mayo, lo que provocó algunos brotes. Pero ningún niño fue hospitalizado ni murió. Un análisis de los datos de movilidad de los teléfonos móviles muestra que en las semanas previas a la apertura de la escuela, Israel prácticamente había vuelto a la actividad prepandémica. El brote en las escuelas israelíes se debió más a la transmisión comunitaria que a la apertura de aulas.

En cuanto a la educación superior, la mayoría de los estudiantes infectados serán asintomáticos o levemente sintomáticos. Si los estudiantes experimentan síntomas, una respuesta razonable podría ser confinarlos a sus habitaciones. Una respuesta irrazonable sería enviarlos a casa para infectar a sus padres y vecinos, quienes corren un riesgo mucho mayor que sus amigos de la universidad. Una vez más, evaluar a los estudiantes asintomáticos solo crearía pánico y presionaría a las universidades para que cerraran, con daños educativos, económicos y psicológicos concomitantes.

Para proteger a los profesores, profesores mayores o aquellos con condiciones que los predisponen a un alto riesgo, las escuelas y universidades deben ser flexibles. Esos instructores podrían enseñar de forma remota o calificar exámenes con pocas interacciones cara a cara.

Las pruebas están destinadas a salvar vidas, no a detectar personas asintomáticas que por lo demás están sanas. El concepto de “brote escolar” es engañoso, porque normalmente denota una serie de pruebas positivas, no enfermedades importantes. Las nuevas pautas de los CDC enfocan apropiadamente los recursos de pruebas en los trabajadores del hospital y la generación mayor. Es importante aumentar las pruebas del personal del hospital y de los hogares de ancianos, así como de los visitantes, para que los miembros de la familia puedan pasar tiempo con sus parientes mayores, para quienes la infección por Covid-19 representa un riesgo de mortalidad inaceptable.

Muchos países han cometido el error de cerrar escuelas para proteger a los niños y maestros de bajo riesgo mientras descuidan la protección de aquellos en alto riesgo, especialmente en hogares de ancianos. Con las nuevas pautas de los CDC, las pruebas virales estratégicas dirigidas a la edad protegerán a las personas mayores de la exposición mortal al Covid-19 y a los niños y adultos jóvenes del cierre innecesario de escuelas.

Jay Bhattacharya, médico y economista, es profesor en la Escuela de Medicina de Stanford
Martin Kulldorff, bioestadístico, es profesor en la Escuela de Medicina de Harvard


Publicado en 3 de setiembre de 2020 en el Wall Street Journal


 



divendres, 25 de setembre del 2020

'FRANCO, FRANCO, FRANCO' por Cayetana Álvarez de Toledo



Carmen Calvo está contenta. El Partido Socialista aguanta en las encuestas. La Kitchen tiene a los medios ocupados. Y ella ha recuperado protagonismo después de la primera ola pandémica. Y no cualquier protagonismo. Precisamente en el asunto en el que más goza, el del feminismo falso y las fosas. La semana pasada, la vicepresidenta primera del Gobierno presentó su anteproyecto de Ley de Memoria Democrática (sic). El texto, previamente filtrado a un par de periódicos, supone una vuelta a la España de Franco. El retorno a un tiempo sin luces, lastrado por la ignorancia, la intransigencia y la imposición. Una involución.

El anteproyecto del Gobierno es franquista desde su orwelliano enunciado. No hace falta ser una criatura borgiana para saber que la memoria, por definición, no puede ser democrática. Como tampoco totalitaria: ni fascista ni comunista. La memoria no es una construcción política, impuesta desde arriba, uniformemente roja o azul; es un caleidoscopio formado por recuerdos personales, sesgos inconscientes y referencias sobrevenidas. Sobre la memoria solo puede decirse lo mismo que Popper sobre la identidad: hay tantas como individuos.

El anteproyecto del Gobierno es devotamente franquista en su desprecio a los hechos, en su ciego culto a una ficción. El franquismo ahormó un relato sobre España y lo propagó con fervor. Se contó a sí mismo y a los niños sus mentiras, sobre los orígenes de la guerra, claro, pero también sobre la milagrosa génesis y gloriosas gestas de la España eterna. El sanchismo hace lo mismo, ahora con los vencidos. Construye una leyenda igualmente pueril y falaz. Nos cuenta y pretende contar en las aulas una novela épica y maniquea en la que la Segunda República emerge como la Arcadia agredida. Esta frase ridícula sobre la guerra civil: “Tuvo como objeto poner fin a la democracia y acabar con los demócratas”. No fue ese el objetivo de la contienda, desde luego. Y demócratas hubo pocos, en un bando y en el otro. O esta otra afirmación, amarilla biliar, sobre los horrores cometidos por la dictadura: “Incluso el secuestro masivo de recién nacidos bajo una política de inspiración genética”. Las fantasías de Baltasar Garzón, elevadas a categoría de Ley. Y lo que es peor, a categoría de Historia. La imposición de una versión oficial del pasado es propio de las dictaduras y su peor consecuencia es la ignorancia: la anulación de la complejidad y de los matices que distinguen a los hechos y a los hombres. Para convertir a Companys en mártir ocultan su golpe a la República.

El anteproyecto del Gobierno es franquista, y tópicamente goyesco, en su sectarismo; en su rechazo al otro, vivo y muerto. Le habla a una sola España. Como si no hubiera habido una guerra civil. Como si ningún español hubiera comulgado con Franco hasta su último aliento e incluso después: las masas que le vitoreaban en Barcelona y San Sebastián; las colas ante su féretro en Madrid. Y, sobre todo, como si no hubiera habido españoles, los más lúcidos, asqueados por ambos bandos. Miguel de Unamuno, doliente portavoz de una doble decepción. Manuel Chaves Nogales, expatriado por “la estupidez y la crueldad”. Salvador de Madariaga, autor de la feliz expresión “la Tercera España”. Dionisio Ridruejo, primero falangista, luego resistente y por fin vanguardia de la España inteligente y equilibrada de la Constitución. Bajo Franco hubo tres Españas. Desde 1978 hay muchas más: tantas como partidos, tantas como proyectos de vida en común.

El anteproyecto del Gobierno es perversamente franquista en su menosprecio al Estado de derecho. Para anular las condenas de la dictadura socava la Ley de Amnistía, pieza clave de la reconciliación española. Además crea una Fiscalía ad hoc que, al carecer de capacidad real para depurar responsabilidades penales -los delitos ya han prescrito-, tendrá como sórdida misión la revisión histórica para el señalamiento político. Su responsable será algo así como un híbrido entre Dolores Delgado y Paul Preston. Y su referencia histórica más próxima, el Tribunal de Orden Público franquista: también él se ocupaba de juzgar y sancionar los delitos políticos. Ahora, con hasta 150.000 euros.

El anteproyecto del Gobierno es rudamente franquista en su ataque al núcleo de la democracia: la libertad de pensamiento y opinión. Así como Franco prohibió todos los partidos ajenos al Movimiento, hay miembros de nuestra coalición gobernante que fantasean con instar a la ilegalización, como mínimo, de Vox. Por el momento, les basta con decretar la extinción de la Fundación Francisco Franco, que es como arrojar tres toneladas de arroz sobre un trozo de pollo. Con un agravante: la hipocresía. Porque si hay una organización que merecería ser ilegalizada por su sistemático enaltecimiento del totalitarismo y humillación a las víctimas esa es Bildu, socio de investidura del Gobierno y objeto de su obsceno cortejo para la aprobación de los Presupuestos.

El anteproyecto del Gobierno es imperialmente franquista en su actitud ante los títulos nobiliarios. El texto decreta la supresión de los títulos concedidos entre 1948 y 1978, pero el Gobierno aclara que salvará a los “pocos intelectuales, académicos o científicos” a los que el régimen condecoró. Nada como el prestigio del intelectual. Y nada como la arbitrariedad del soberano Sánchez, al que su favorito incita ahora a rematar la tarea. “Tenemos que avanzar hacia una nueva República”, proclamaba el sábado Pablo Iglesias, ese fake republicano que promueve el fin de la libertad, la igualdad y la fraternidad entre españoles. ¡A por el sucesor de Franco a título de Rey!

El anteproyecto del Gobierno es muguruzamente franquista en su interpretación del espacio público como extensión de la ideología en vez de escaparate de la Historia. Según el Gobierno, es imprescindible “resignificar El Valle de los Caídos como lugar de memoria”. Para eso tendrían que devolver a Franco a su tumba. Porque no había lugar más descriptivo del nacionalcatolicismo y, por tanto, más pedagógico y útil a la memoria que El Valle tal cual estaba, con Franco en su tétrico agujero y en lo alto la gigantesca cruz. En cuanto al cambio de nombre del Panteón de Hombres Ilustres, que pasará a llamarse Panteón de España, hay que entenderlo como un guiño a Zapatero y otros próceres patrios con veleidades de reconocimiento postrero. No les preocupa tanto el hombres como el ilustres.

El anteproyecto del Gobierno es fálicamente franquista en su concepción de la mujer. Si el franquismo encorsetó a las mujeres en el colectivo beatas y de derechas, el sanchismo las encorseta en el colectivo víctimas y de izquierdas. El texto incluso llega a invocar una “memoria de las mujeres”. Como si todas las españolas hubieran sido pasionarias. Como si todas las de derechas hubieran sido tontitas reprimidas sin criterio o crueldad propia. Como si muchas no hubieran sobrevivido extramuros de ambos bandos. En pocos textos resulta tan evidente, y tan patético, el intento del falso feminismo oficial por politizar el machismo. Solo les falta resucitar el “una, grande y libre”.

Por último, el anteproyecto del Gobierno es vocacionalmente franquista en su propósito de perpetuar al caudillito, ahora socialista, en el poder. El texto refuerza aún más si cabe la identificación entre antifranquismo y democracia. Una identificación falaz que explica la insólita superioridad moral que ostentan en España fuerzas reaccionarias como los nacionalistas y radicales como Podemos. Claro que hubo antifranquistas demócratas, la inmensa mayoría, pero también los hubo anti-demócratas: ETA, por supuesto. Y también el FRAP. Sin embargo, en el listado de víctimas que el Estado habrá de reconocer, el anteproyecto incluye la siguiente categoría: “Las personas que participaron en la guerrilla antifranquista”. Solo los ingenuos pensarán que se refiere exclusivamente a los maquis. Ahí anidan también fraperos y etarras. Podemos, heredero ideológico e incluso biográfico del FRAP, y Bildu, intérprete impenitente de ETA, son los verdaderos beneficiarios de esta ley. Y, por extensión, el hombre que los necesita para seguir en el poder. Ahora se entiende el pésame de Sánchez por el suicidio de Igor González. No lamentaba la muerte de un terrorista, sino la de un guerrillero antifranquista.

El anteproyecto del Gobierno tendrá que superar ahora el escrutinio de los órganos consultivos. La última palabra la tendremos los diputados. Yo propongo que el Partido Popular pronuncie un hondo, rotundo, luminoso y definitivo No. Ahora y siempre: cualquier iniciativa de la izquierda asociada a su obsesión por liquidar la paz civil -que es, sobre todo, el respeto a la verdad y al otro- deberá obtener por norma el rechazo del PP. La razón es simple: no queremos volver a la España de Franco.



Cayetana Alvarez de Toledo es diputada del PP por Barcelona
Publicado en 'El Mundo', el lunes, 21 septiembre 2020

dimecres, 16 de setembre del 2020

Li-Meng Yan y otros tres científicos chinos documentan que el SARS-CoV2 ha sido manipulado genéticamente


La pandemia de COVID-19 causada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 ha provocado más de 910.000 muertes en todo el mundo y una destrucción sin precedentes de la economía mundial. 
A pesar de su tremendo impacto, el origen del SARS-CoV-2 sigue siendo misterioso y controvertido. La teoría del origen natural, aunque ampliamente aceptada, carece de apoyo sustancial. Sin embargo, la teoría alternativa de que el virus puede provenir de un laboratorio de investigación está estrictamente censurada en revistas científicas revisadas por pares. 
No obstante, el SARS-CoV-2 muestra características biológicas que son incompatibles con un virus zoonótico natural. En este informe, describimos la evidencia genómica, estructural, médica y de la literatura que, cuando se considera en conjunto, contradice fuertemente la teoría del origen natural. 
La evidencia muestra que el SARS-CoV-2 debería ser un producto de laboratorio creado utilizando los coronavirus de murciélago ZC45 y / o ZXC21 como plantilla y/o columna vertebral. 
Sobre la base de la evidencia, postulamos además una ruta sintética para el SARS-CoV-2, lo que demuestra que la creación en laboratorio de este coronavirus es conveniente y se puede lograr en aproximadamente seis meses. 
Nuestro trabajo enfatiza la necesidad de una investigación independiente sobre los laboratorios de investigación relevantes. También aboga por una mirada crítica a ciertos datos publicados recientemente, que, aunque problemáticos, se utilizaron para respaldar y afirmar un origen natural del SARS-CoV-2 desde una perspectiva de salud pública,

Este documento lo firman  Li-Meng Yan; Shu Kang; Jie Guan y Shanchang Hu

Li-Meng Yan, viróloga china, huyó a los EEUU tras denunciar que el gobierno chino y la Organización Mundial de la Salud sabían de la transmisión de persona a persona de COVID-19 mucho antes de que se informara públicamente