dimarts, 26 d’abril del 2016

¿Una sociedad enajenada?: Una disección psicobiológica del secesionismo catalán

EUROMIND.-Los nacionalismos de fuerte raíz identitaria siguen funcionando, en las sociedades abiertas y confortables, como un óptimo combustible para avivar fricciones secesionistas acuciantes. La España contemporánea no ha resuelto los antiguos litigios entre las distintas patrias que conviven en su seno y tampoco lo ha conseguido el gran paraguas europeo. El magno experimento de la Unión Europea parecía, en principio, un marco propicio para diluir particularismos beligerantes y pulsiones secesionistas, pero el panorama parece ser el contrario: algunas “cuestiones nacionales” han reverdecido y se han agravado sin que las crisis económicas y la desazón social o el clima ideológico que las acompañan ofrezcan veredas para las disecciones analíticas convincentes.

Las tensiones secesionistas que se han vivido, en los últimos tiempos, en Cataluña o en Escocia o son ejemplos prominentes de ello, que se han seguido con indisimulable sorpresa no exenta de preocupación y fastidio. Lo curioso de las pulsiones separatistas catalanas o escocesas es, sin embargo, que han brotado con un vigor y una efervescencia inusitada en un marco libre, avanzado y sin fracturas sociales profundas o abusos de gobernación intolerables, que pudieran haberlas justificado. Eso las convierte en fenómenos peculiares, con el único antecedente del secesionismo quebequés en Canadá. La ostentosa novedad es la exigencia de acudir a las urnas como procedimiento para dilucidar y sancionar la segregación de una parte, en uniones antiguas y entreveradas. Téngase en cuenta, no obstante, que a pesar del monumental despliegue de interpretaciones que se les ha dedicado, la sensación dominante es la perplejidad: ¿por qué ha ocurrido eso?, ¿por qué en esta época?, ¿por qué con tal despliegue de entusiasmo y fervor? y, sobre todo, ¿por qué en esos rincones europeos y no en otros?. Entre la polvareda de análisis económicos y sociopolíticos vinculados a la inmediatez – crisis económica, batallas partidistas de corto alcance, endeblez y rigideces de los añejos marcos estatales, ambigüedad e incapacidad resolutiva del poder europeo, – destaca la ausencia casi total de referencias a los vectores psicológicos de fondo.

Ante la desazón o el desconcierto interpretativo es frecuente, eso sí, que aparezca la tentación de recurrir a conjeturas psicopatológicas: las enajenaciones o delirios transitorios que pueden calar, al parecer, en algunas colectividades de manera abrupta e inexplicable. Ese recurso argumentativo es bastante común y suele funcionar la mar de bien en el acaloramiento de las discusiones sectarias, aunque nadie se ocupa de aportar datos sólidos sobre tales desvaríos necesitados de una intervención psiquiátrica perentoria. Mientras tanto y con esa distracción, se desvía el foco de análisis y se omite la incursión en elementos nucleares de la psicología política normativa. En la cocción y el estallido de entusiasmos colectivos ante horizontes gozosos de “libertad nacional” hay ingredientes que demandan una disección desde la psicología del comportamiento político cotidiano. En esta conferencia se explorará la frontera etno-nacional y sus fricciones ordinarias, para intentar ahondar en la comprensión de ese fenómeno y para descartar, con rotundidad, la hueca tendencia a postular una mediación psicopatológica.

Cuando las comunidades con fuertes vínculos de pertenencia territorial y cultural recurren, con tozudez y a lo largo de diferentes épocas, a los aglutinantes grupales para usarlos como ariete de litigios severos con los convecinos, hay que pensar en raíces biológicas del fenómeno. A eso va dedicada la conferencia: a bucear en la psicobiología del gregarismo, el etnocentrismo y la xenofobia, como resortes primordiales de los nacionalismos de base “identitaria”, aunque se presenten ataviados con toques de engañosa modernidad. Ahora hay hallazgos suficientes que van desde la genética hasta la psicología social, pasando por la neuroimagen de los sesgos, las marcas y los afectos progrupales, que permiten efectuar esa exploración con provecho. Ese será el meollo de la propuesta: ensamblar un cuerpo de datos que ofrezca estiletes para diseccionar, 1. la persistencia de “bolsas poblacionales” con tendencia a plantear problemas “nacionales” recurrentes, sea cual fuere el marco político y la circunstancia histórica, y 2. los ingredientes cruciales que permiten exacerbar disensiones con una singular facilidad. Para darle un engarce concreto usaré, como foco de escrutinio, el envite secular “Cataluña/España” que es el que me cae más cerca y conozco mejor, además de haber alcanzado resonancias de gran alcance, en los últimos años, con la apoteósica ebullición del secesionismo.






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