divendres, 30 de desembre del 2016

'El foco constante del mundo sobre el conflicto palestino-israelí es una injusticia para decenas de millones de víctimas de la tiranía y el terrorismo en Oriente Medio'



Discurso del embajador de Israel Ron Prosorl en la Asamblea General de la ONU, 24 de noviembre de 2014

Sr. Presidente,

Me pongo de pie frente al mundo como orgulloso representante del estado de Israel y del pueblo judío. Con la cabeza en alto, me presento ante Uds. sabiendo que la verdad y la moralidad están de mi lado. Y sin embargo, me presento hoy sabiendo que en esta Asamblea la verdad será pervertida y no se tendrá en cuenta la moralidad.

El hecho es que cuando miembros de la comunidad internacional hablan del conflicto israelí-palestino, una niebla desciende para nublar toda claridad lógica y moral. El resultado no es realpolitik, sino surrealpolitik.

El foco constante del mundo sobre el conflicto israelí-palestino es una injusticia para decenas de millones de víctimas de tiranía y terrorismo en Oriente Medio. Mientras hablamos, yazidíes, bahai, kurdos, cristianos y musulmanes, son ejecutados y expulsados por extremistas radicales a un ritmo de 1.000 personas al mes.

¿Cuántas resoluciones pasaron Uds. la semana pasada para combatir esta crisis? ¿Y, cuántas sesiones especiales convocaron? La respuesta es: Cero. ¿Qué dice esto de la preocupación internacional por la vida humana?

No mucho; pero habla a raudales de la hipocresía de la comunidad internacional.

Me pongo de pie ante Uds. para hablar de la verdad. De los 300 millones de árabes en Oriente Medio y África del Norte, menos del 0,5 % son realmente libres… Y todos son ciudadanos de Israel.

Los árabes israelíes forman parte de los árabes más educados del mundo Son nuestros destacados médicos y cirujanos, son elegidos en nuestro Parlamento, y sirven como jueces en nuestra Corte Suprema. Millones de hombres y mujeres en Oriente Medio gustarían de tener estas oportunidades y libertades.

No obstante, nación tras nación se parará en este podio hoy y criticará a Israel, la pequeña isla de democracia en una región plagada de tiranía y opresión.

Nuestro conflicto nunca ha sido sobre el establecimiento de un estado palestino, siempre ha sido sobre la existencia del estado judío.

Hace 67 años esta semana, el 29 de Noviembre de 1947, las Naciones Unidas votaron la partición de la tierra para formar un estado judío y uno árabe. Sencillo. Los judíos dijeron sí. Los árabes dijeron no. Pero no sólo dijeron eso, Egipto, Jordania, Siria, Irak, Arabia Saudita, y Líbano lanzaron una guerra de aniquilación contra nuestro estado recién nacido.

Esta es la verdad histórica que los árabes tratan de distorsionar. El error histórico de los árabes continúa sintiéndose: en vidas perdidas en la guerra, en vidas perdidas en terrorismo, en vidas marcadas por los estrechos intereses políticos de los árabes.

Según las Naciones Unidas, 700.000 palestinos fueron desplazados en la guerra iniciada por los propios árabes. Al mismo tiempo, unos 850.000 judíos se vieron obligados a huir de los países árabes.

¿Cómo es que, 67 años después, el desplazamiento de los judíos ha sido olvidado completamente por esta institución mientras que el desplazamiento de los palestinos es sujeto de debate anual?

La diferencia es que Israel hizo todo lo posible por integrar a los refugiados judíos en la sociedad. Los árabes hicieron exactamente lo contrario.

La peor de las opresiones del pueblo palestino ocurre en las naciones árabes. En la mayoría del Mundo árabe, se niega a los palestinos la ciudadanía y son discriminados agresivamente. Se les prohíbe poseer tierras y se les impide tener ciertas profesiones.

Y aún así ninguno —ni siquiera uno— de estos crímenes son mencionados en vuestras resoluciones.

Si de verdad se preocuparan por la situación del pueblo palestino, habría al menos una, tan sólo una, resolución dirigida a los miles de palestinos asesinados en Siria. Y si de verdad estuvieran preocupados por los palestinos, habría por lo menos una resolución para denunciar el trato a los palestinos en los campos de refugiados de Líbano.

Pero no la hay. La razón es que el debate de hoy no es hablar en pro de la paz o en pro del pueblo palestino, es hablar en contra de Israel. Es nada más y nada menos que un festival de odio y vapuleo en de contra Israel.

Las naciones europeas aseguran representar la Liberté, Égalité, Fraternité ‘Libertad, Igualdad, Fraternidad’, pero nada está más lejos de la verdad.

A menudo oigo a dirigentes europeos proclamar que Israel tiene el derecho de existir dentro de fronteras seguras. Es muy bonito. Pero debo decir que tiene el mismo sentido que yo proclame aquí y ahora el derecho de existir de Suecia dentro de fronteras seguras.

Cuando se trata de seguridad, Israel aprendió de la peor manera que no podemos contar con los demás, y ciertamente no con Europa.

En 1973, en la Guerra de Iom Kipur —el día más sagrado del calendario judío— las naciones árabes colindantes lanzaron un ataque contra Israel.

Durante las horas que precedieron la guerra, Golda Meir, nuestra Primera Ministro entonces, tomo la difícil decisión de no lanzar un ataque preventivo. El gobierno israelí entendió que si nosotros lanzábamos un ataque preventivo, perderíamos el apoyo de la comunidad internacional.

Mientras los ejércitos de los estados árabes avanzaban en todos los frentes, la situación en Israel se tornaba cada vez más complicada. Nuestras bajas aumentaban y las municiones y armas disminuían peligrosamente.

En aquel momento de necesidad, el Presidente Nixon y el Secretario de Estado Henry Kissinger, aceptaron enviar aviones Galaxy llenos de tanques y municiones para reabastecer a nuestras tropas. El único problema era que los aviones Galaxy necesitaban reabastecerse de combustible en la ruta hacia Israel.

Los estados árabes se acercaban y nuestra existencia era amenazada, y aún así, Europa ni siquiera quería dejar que los aviones se reabastecieran de combustible. Los Estados Unidos, una vez más, dieron un paso al frente y negociaron para que se les permitiera repostar en las islas Azores.

El gobierno y el pueblo de Israel jamás olvidaran que, cuando nuestra misma existencia estaba en juego, solo un país vino en nuestra ayuda, los Estados Unidos de Norteamérica.

Israel está cansado de promesas huecas de los dirigentes europeos. El pueblo judío tiene una larga memoria. Nosotros nunca olvidaremos que ustedes nos fallaron en 1940. Nos fallaron en 1973. Y nos están fallando hoy.

Cada parlamento europeo que votó prematura y unilateralmente para reconocer un estado palestino está dando a los palestinos justo lo que quieren, un estado sin paz. Al ponerles un estado en bandeja de plata, ustedes están recompensando las acciones unilaterales y eliminando cualquier incentivo para que los palestinos lleguen a negociar o a comprometerse o a renunciar a la violencia. Están enviando el mensaje de que la Autoridad Palestina puede sentarse en un gobierno con terroristas e incitar a la violencia contra Israel sin pagar ningún precio.

El primer miembro de la UE en reconocer un estado palestino oficialmente fue Suecia. Uno se pregunta por qué el gobierno sueco tiene tanta prisa en tomar esta medida. Cuando se trata de otros conflictos en nuestra región, el gobierno sueco llama a negociaciones directas entre las partes, pero a los palestinos, ¡Sorpresa, Sorpresa! Les colocan la alfombra roja…

La Secretaria de Estado, Söder, puede pensar que está aquí para celebrar el presunto “reconocimiento histórico” que hizo su gobierno, cuando en realidad, no es más que un error histórico.

El gobierno sueco puede albergar la ceremonia del Premio Nobel, pero no hay nada noble en su cínica campaña política para tranquilizar a los árabes con el fin de obtener un asiento en el Consejo de Seguridad. Las Naciones del Consejo de Seguridad debieran tener juicio, sensatez y sensibilidad. Pues bien, el gobierno sueco no ha demostrado tener ni juicio, ni sensatez ni sensibilidad. Sólo disparates.

Israel aprendió de mala manera que escuchar a la comunidad internacional puede traer consecuencias devastadoras. En 2005, desmantelamos unilateralmente cada poblado y retiramos hasta el último ciudadano israelí de Gaza. ¿Nos condujo esto más cerca de la paz? En absoluto. En cambio, preparó el camino para que Irán mandara a sus delegados terroristas a establecer una fortaleza de terror a la puerta de nuestra casa.

Les puedo asegurar que no vamos a cometer el mismo error otra vez. Cuando se trata de nuestra seguridad, no podemos y no confiaremos en otros, Israel debe ser capaz de defenderse por sí solo.

El Estado de Israel es la tierra de nuestros ancestros: Abraham, Itzjak, y Iaakov. Es la tierra donde Moshé condujo al pueblo judío, donde David construyó su palacio, donde Shlomó construyo el Templo, y donde Isaías tuvo la visión de una paz eterna.

Durante miles de años, los judíos han vivido continuamente en la tierra de Israel. Sobrevivimos el auge y la caída de los imperios asirios, babilonios, griegos y romanos. Y sobrevivimos a través de miles de años de persecución, expulsión y cruzadas. La relación ente el pueblo judío y la tierra de Israel es inquebrantable.

Nada puede cambiar una simple verdad: Israel es nuestro hogar y Jerusalem es nuestra capital eterna.

Al mismo tiempo, reconocemos que Jerusalem tiene un significado especial para otros credos. Bajo la soberanía israelí, todas las personas, y lo voy a repetir, todas las personas, sin tener en cuenta su religión o nacionalidad, pueden visitar los lugares sagrados de la ciudad. Y pretendemos que siga así. Los únicos que intentan cambiar el estatus quo del Monte del Templo son los dirigentes palestinos.

El presidente Abbas le dice a su gente que los judíos contaminan el Monte del Templo. Él pidió días de rabia e instó a los palestinos a impedir que los judíos visiten el monte del Templo, utilizando, y cito: “todos los medios” necesarios. Estas palabras son tanto irresponsables como inaceptables.

No necesitas ser católico para visitar el Vaticano, no necesitas ser judío para visitar el Muro Occidental, pero algunos palestinos querrían ver el día en que solo los musulmanes puedan visitar el Monte del Templo.

Ustedes, la comunidad internacional, están tendiendo una mano a los extremistas y a los fanáticos. Ustedes que predican tolerancia y libertad religiosa, debieran estar avergonzados. Israel nunca va a permitir esto. Nosotros nos aseguraremos de que los lugares sagrados estén abiertos a todas las personas de todos los credos para siempre.

Nadie quiere la paz más que Israel. Nadie necesita explicar la importancia de la paz para los padres que han enviado a sus hijos a defender nuestro hogar. Nadie conoce los riesgos del éxito o del fracaso mejor que nosotros, los israelíes. El pueblo de Israel ha derramado demasiadas lágrimas y enterrado demasiados hijos e hijas.

Estamos preparados para la paz, pero no somos ingenuos. La seguridad de Israel es primordial. Sólo un Israel seguro y fuerte puede dar paso a una paz completa.

El mes pasado debiera dejar en claro que Israel tiene necesidades inmediatas y urgentes en términos de seguridad. En estas últimas semanas, los terroristas palestinos han apuñalado y disparado a nuestros ciudadanos y han lanzado dos veces sus coches contra los peatones. Hace pocos días, terroristas con cuchillos y una pistola atacaron salvajemente a judíos que rezaban sus plegarias matutinas. Hemos llegado al punto donde ni siquiera los israelíes pueden encontrar un santuario contra el terrorismo dentro de una sinagoga.

Estos ataques no salieron de la nada. Son el resultado de años de adoctrinamiento e incitación. Un proverbio judío enseña: “Tanto la vida como la muerte están en poder de la lengua”

Como judío y como israelí, sé con total convicción que cuando nuestros enemigos dicen que nos quieren atacar, es verdad.

El acta genocida de Hamás llama a la destrucción total de Israel y al asesinato de los judíos por todo el mundo. Durante años Hamás y otros grupos terroristas han planeado ataques suicidas, lanzado misiles a nuestras ciudades y enviado terroristas a secuestrar y asesinar a nuestros ciudadanos.

¿Y qué dice la Autoridad Palestina? Dirige una campaña sistemática de incitación. En las escuelas, los niños aprenden que “Palestina” va desde el Río Jordán hasta el Mediterráneo. En las mezquitas, los dirigentes religiosos difunden injurias feroces acusando a los judíos de destruir los lugares sagrados musulmanes. En los estadios de deporte, nombran a los equipos con los nombres de los terroristas. Y en los periódicos, caricaturas instan a los palestinos a cometer ataques terroristas contra israelíes.

Los niños en la mayor parte del mundo crecen viendo los dibujos animados de Mickey Mouse, bailando y cantando. Los niños Palestinos crecen también viendo a Mickey Mouse, pero en la televisión palestina, una figura perversa disfrazada de Mickey Mouse baila con una cinturón explosivo y canta: “Muerte a América y muerte a los judíos”.

Los desafío hoy aquí a hacer algo constructivo de una buena vez. Denuncien públicamente la violencia, denuncien la incitación y denuncien la cultura del odio.

La mayoría de la gente cree que en su núcleo, el conflicto es una batalla entre judíos y árabes o israelíes y palestinos. Están equivocados. La batalla que estamos presenciando es una batalla entre aquellos que santifican la vida y aquellos que celebran la muerte.

Tras el salvaje ataque en la sinagoga de Jerusalem, las celebraciones irrumpieron en pueblos y ciudades palestinas. La gente bailaba en la calle y distribuían dulces; jóvenes posaban con cuchillos, altavoces en mezquitas enviaban mensajes de felicitaciones y los terroristas eran aplaudidos como “mártires y héroes”.

Esta no es la primera vez que vemos a los palestinos celebrar el asesinato de civiles inocentes. Los hemos visto regocijarse tras cada ataque terrorista sobre civiles israelíes y hasta salieron a la calle para celebrar el ataque del 11 de Septiembre al World Trade Center justo aquí, en Nueva York.

Imaginen el tipo de estado que esta sociedad podría producir. ¿Oriente Medio realmente necesita otra “terrorcracia”? Algunos miembros de la comunidad internacional están ayudando y alentando su creación.

Cuando veníamos a las Naciones Unidas, pasamos al lado de las 193 banderas de los estados miembros. Si uno se toma el tiempo de contar, descubrirá que hay 15 banderas con una media luna y 25 con una cruz. Y hay una sola bandera con una Estrella de David. En medio de todas las naciones del mundo, hay un estado, sólo un pequeño estado nación para el pueblo judío.

Y para algunos, esto es demasiado.

Mientras estoy de pie aquí ante Uds., recuerdo todos los años en que el pueblo judío pago con sangre la ignorancia y la indiferencia del mundo. Estos días ya no existirán más.

Nunca nos disculparemos por ser un pueblo libre e independiente en nuestro estado soberano. Y no nos disculparemos nunca por defendernos.

A las naciones que siguen permitiendo que el prejuicio prevalezca sobre la verdad, les digo J’accuse ‘Yo Acuso’.

Les acuso de hipocresía. Les acuso de duplicidad.

Les acuso de prestar legitimidad a aquellos que buscan destruir nuestro Estado

Les acuso de hablar del derecho de Israel a la autodefensa en teoría, pero a negárselo en la práctica.

Y les acuso de pedir concesiones a Israel sin pedir nada a los palestinos.

Frente a estas ofensas, el veredicto es evidente: No están ustedes a favor de la paz y no están ustedes a favor del pueblo palestino. Ustedes están simplemente en contra de Israel.

Los miembros de la comunidad internacional deben elegir.

Pueden reconocer a Israel como el estado nación del pueblo judío, o permitir a los dirigentes palestinos negar nuestra historia sin consecuencia.

Pueden públicamente proclamar que el llamado “derecho al retorno” no es negociable, o pueden dejar que esta reivindicación sea el mayor obstáculo para cualquier acuerdo de paz.

Pueden trabajar para acabar con la incitación palestina, o quedarse de brazos cruzados mientras el odio y el extremismo se instala en las generaciones venideras.

Pueden prematuramente reconocer un estado palestino, o pueden alentar a la AP a que rompa su pacto con Hamás y vuelva a negociaciones directas.

La elección es suya. Pueden guiar a los palestinos fuera del sendero o construir el camino para una paz real y duradera.

Gracias Sr. Presidente.


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