dimecres, 27 de febrer del 2019

Su democracia no es otra que la tiranía de la mayoría





Jordi Cuixart ha dejado clara la concepción que el independentismo catalán tiene de la democracia. Una concepción que no es la que nació en la Gran Bretaña del siglo XVII y que conocemos como democracia liberal o representativa, sino un sucedáneo que se ha dado en llamar democracia iliberal.

En los dos últimos siglos y a la par con las nuevas ideologías políticas de turno, han ido surgiendo diversas concepciones de democracia opuestas a la liberal (democracia popular, democracia corporativa, democracia orgánica, democracia directa, democracia participativa, democracia bolivariana...). La diferencia entre la una y las otras es que éstas consagran la tiranía de la mayoría y aquélla, no.

La piedra angular de la democracia liberal es la estricta limitación del poder político. Las Constituciones -escritas o no- nacieron para limitar el poder de la mayoría. Para ello, establecieron los fundamentos de lo que se llama Estado de Derecho: división de poderes, inviolabilidad de derechos y libertades individuales, respeto a las minorías, imperio de la ley y rendición de cuentas.

El voto, que no es otra cosa que la expresión incruenta de un acto de imposición política, está por ello sujeto a la ley y limitado a la rendición de cuentas de los gobernantes electos. El voto popular solo decide qué personas han de gobernar. El cómo deben gobernar lo decide la Ley y la Constitución.

Saltarse eso no es situarse fuera sino enfrente de la única democracia realmente existente para destruirla.


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