divendres, 31 de maig del 2019

El comunismo rosa




El comunismo ha renacido como populismo del vertedero de la historia al que fue arrojado tras el colapso de la URSS. La Gran Recesión le ha servido de trampolín tras volver sus supervivientes a las catacumbas para  seguir socavando como el viejo topo los cimientos de la sociedad abierta. La banalización de los símbolos del marxismo-leninismo, el rápido olvido del Gulag, del Telón de Acero o de la Revolución Cultural, ha facilitado que la tóxica seducción intelectual del comunismo haya regresado inmune e impune. Tanto, que en el bastión de la libertad que han sido hasta ahora los EEUU 4 de cada 10 estadounidenses abraza ya alguna forma de 'socialismo'.

La tragedia comunista -que ha provocado más muerte y miseria que la barbarie nazi, aunque solo sea porque ha durado más- no ha tenido un Hollywood que la muestre ni una intelectualidad que la cuente. Por el contrario, el interés de esas élites se ha orientado siempre a magnificar aún más si cabe la brutalidad del nazismo que a sacar a la luz el matadero comunista. La focalización permanente en los crímenes de Hitler ha contribuido a eclipsar los asesinatos en masa de Lenin, Stalin, Ceaucescu, Mao, Pol Pot o las dinastías Kim y Castro, incluído el psicópata Ernesto 'Che' Guevara.

La 'nueva izquierda populista' evita la etiqueta comunista y disimula la bandera roja, pero sus recetas son muy parecidas y sus objetivos son los mismos: acabar con el capitalismo explotador y la corrupta democracia liberal. La diferencia es que ahora han leído a Antonio Gramsci en los libros del postmarxista argentino Ernesto Laclau, que se dio de bruces con la ausencia del proletariado como sujeto revolucionario por la tan prosaica razón de que ahora tiene muchas más cosas que perder que sus cadenas.

La estrategia del comunismo rosa ya no es leninista sino gramsciana: "la conquista del poder cultural es previa a la del poder político, y esto se logra mediante la acción concertada de los intelectuales orgánicos infiltrados en todos los medios de comunicación, expresión y universitarios”. Para la conquista del poder cultural, que no es otra cosa que la conquista de la hegemonía, en la agenda del comunismo rosa y sus compañeros de viaje destacan ambiciosos proyectos de ingeniería social que ya están en marcha como la ideología de género y el ecopanteísmo. Dos formas específicas en las que se articula hoy el anticapitalismo y que nos advierten de los nuevos Gulags que nos esperan. Orwellianos, por supuesto.


THE CATALAN ANALYST


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