dilluns, 13 de juny del 2016

Bertrand Russell: "El problema con el mundo es que los tontos y los fanáticos están muy seguros de sí mismos"

Orlando, In Memoriam



SP¡KED.- Con una velocidad sorprendente, y algo más que un poco de narcisismo, los líderes de los homosexuales y comentaristas afines utilizan la matanza para apuntalar su condición de víctima, condición muy apreciada en el ámbito de la política de identidad. Esta es la razón por la que la discusión posterior a la matanza ha descendido rápidamente a una confrontación sobre la terminología: sobre si se trataba de un "crimen de odio", que se refiere a un clima general de homofobia, o de un acto terrorista, contra los homosexuales, por supuesto, pero proveniente de una ideología islamista específica impulsada por ideologías foráneas. Numerosos homosexuales creadores de opinión han defendido la primera interpretación, la narrativa del crimen de odio/homofobia, y algunos de ellos han llegado incluso a situar la matanza en el mismo plano que la oposición cristiana al matrimonio homosexual, como si la creencia de que el matrimonio debe ser entre un hombre y una mujer sea equivalente, y tal vez incluso estimuladora, de la matanza de homosexuales juerguistas. Lo censurable de dicha equivalencia moral, el chantaje moral de la misma, es alarmante. | BRENDAN O’NEILL
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El archipiélago yihad
Probablemente, el Estado Islámico es la máquina de matar más y mejor publicitada desde la Segunda Guerra Mundial. Tanto, que se hace difícil saber cuánto hay en él de real y cuánto de propaganda. Más allá de sus dominios territoriales, el grado de infiltración en otras zonas del mundo, especialmente en los países occidentales, posiblemente sea ínfimo. Sin embargo, como ya lo demostró Al Qaeda, su capacidad de golpear y reproducirse es elevada.

De momento, tanto los atentados de París como los de Bruselas revelan un bajo grado de organización y una ejecución deficiente, más propia de aficionados que de combatientes con formación militar, por no hablar de los mal llamados lobos solitarios. Y digo mal llamados porque el concepto 'lobo solitario' -individuo que realiza acciones terroristas sin el apoyo de un grupo, un movimiento o una ideología- resulta anacrónico y erróneo en el caso del yihadismo.

Estos terroristas solitarios actúan ciertamente sin el apoyo físico de otros camaradas, pero forman parte de un movimiento y de una ideología político-religiosa a la que están umbilicalmente unidos a través de internet. Por la red, reciben apoyo intelectual y emocional, formación política, religiosa y sobre el manejo de armas y explosivos. No son anarquistas imprevisibles, aunque a veces puedan actuar de manera impulsiva, como a la búsqueda de una causa, y usen el primer referente ideológico que tiene a mano para dar empaque y 'justificar' su crimen. No son lobos solitarios, son -consciente o inconscientemente- los peones negros de un ejército online. Los soldados del archipiélago yihad.


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