dilluns, 25 de juliol del 2016

La cara negativa de las políticas de eficiencia energética


Reconozcamos, ante todo, que todavía estamos muy lejos de poner fin a nuestra dependencia de los combustibles fósiles. De manera que, si somos serios cuando hablamos de ocuparnos del cambio climático, necesitamos desarrollar tecnología verde al punto que sea más barata que el petróleo, el gas o el carbón.

Como sucede con los argumentos sobre una "brecha" de eficiencia energética, algunos dicen que la energía verde ya es más económica y que lo único que falta es voluntad política. Pero no es así. La energía verde cuesta 168.000 millones de dólares en subsidios cada año y, para 2040, en realidad estaremos pagando inclusive más -206.000 millones de dólares por año-. Y, aún con estos subsidios masivos, apenas el 2,4% de nuestra energía provendrá de fuentes verdes en 2040, según una estimación de la Agencia Internacional de Energía.

La manera de hacer que la energía renovable resulte competitiva es logrando que su precio baje. Necesitamos un incremento drástico de la financiación para investigación y desarrollo, para que las próximas generaciones de energía eólica, solar y de biomasa sean más económicas y más efectivas.

Nuestra investigación revela que si estuviéramos dispuestos a dedicar apenas el 0,2% del PIB global a investigación y desarrollo de energía verde, podríamos aumentar drásticamente las posibilidades de un avance. El objetivo más inteligente de las Naciones Unidas entonces sería "duplicar la investigación, el desarrollo y la demostración (ID+D) en tecnologías energéticas". Esto tendría beneficios 11 veces superiores al dinero invertido.

Esta estrategia sería mucho más efectiva que los subsidios ineficientes, o que centrarse en mejoras de eficiencia incrementales. | Bjørn Lomborg
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