Lessons from the Greek crisis (#5): Never make an egomaniac fool with a narcissistic personality disorder your Finance Minister. Just, no.— The Greek Analyst (@GreekAnalyst) 28 de septiembre de 2016
El diagnóstico sobre Varoufaquis creo que puede aplicarse perfectamente a Pedro Sánchez. Engreído, chulo, encantado de haberse conocido, poseedor de la verdad, cree tener el poder cuándo es el poder el que lo tiene a él. La legitimidad democrática a la que apela (las primarias) sólo decide quién ha de ocupar el cargo, pero no como ha de ejercerlo. El poder de mando del secretario general está delimitado por las normas vigentes del partido, en sus Estatutos y reglamentos. Aferrarse al poder cuándo éste es cuestionado legal y legítimamente es como dar un autogolpe y conducir al partido a una conflicto interno que puede terminar por romperlo. Un peligro tan real que el diario El País publica esta noche un nuevo editorial titulado SALVAR AL PSOE y en el que califica Sánchez de 'insensato sin escrúpulos':
La salida del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, forzado por la dimisión este miércoles de una mayoría de su comisión ejecutiva, es imprescindible. En circunstancias normales en la vida de cualquier partido político, el revés recibido por el PSOE en las elecciones autonómicas celebradas en Galicia y el País Vasco el pasado domingo, que se suma a las derrotas cosechadas en las dos elecciones generales del último año, donde el PSOE ha obtenido los peores resultados de su historia, deberían haber supuesto la dimisión automática de su líder. Cualquier dirigente político cabal lo hubiera hecho sin dudarlo. Pero Sánchez ha resultado no ser un dirigente cabal, sino un insensato sin escrúpulos que no duda en destruir el partido que con tanto desacierto ha dirigido antes que reconocer su enorme fracaso.
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