'En el PSOE no saben qué quieren ser de mayores: como los dioses fatales no lo remedien, su historia habrá comenzado con un Pablo Iglesias y va a acabar con otro'
'Investidura no quiere decir que te tengas que casar con el investido'
'Vivimos en una hiperpersonalización de la política'
'Lo peor del populismo es que sus gobernantes sólo trabajan para una parte de sus ciudadanos'
(...)
Este momento de bloqueo político ¿qué muestra y qué esconde?
Muestra que cuando todo el mundo animaba para que se acabase el bipartidismo nadie había pensado en qué hay después del bipartidismo. Recuerdo una frase de mi amigo Adam Michnik: "Lo peor del comunismo es lo que viene después". E igual sucede con el bipartidismo en España.
¿Pero se rompió el bipartidismo?
Se ha roto, sí. Tenía muchos males, cierto, pero lo que no dejaba era un país sin gobierno. Y ahora ya tenemos una gran fragmentación política.
Que también tiene alguna cosa favorable.Seguir leyendo...
Como las tiene desfavorables. Entre las buenas destaca que entran en juego más voces políticas y más matices, pero no olvidemos que esto exige un cierto entrenamiento para manejarlo y eso aquí no existe todavía. Entre las muchas curiosidades llamativas de este periodo destaca la existencia de grupos parlamentarios que están haciendo la oposición a gobiernos que no existen. Primero hay que crear un gobierno, aunque sea para decir que no nos gusta. El fin del bipartidismo ha llegado por sorpresa. Como dijo Felipe González, estamos como Italia pero sin italianos.
Y si eso es lo que muestra el bloqueo, ¿qué es lo que esconde?
Demasiadas ambiciones personales. Vivimos en una hiperpersonalización de la política. Algunos están convencidos de que si no son ellos los que construyen el puente es preferible que la gente se ahogue. Y en política primero hay que pensar en el puente, no en quién lo hace.
¿Esa actitud no revela una cierta bisoñez democrática?
Así parece. Hasta el punto de que hay quien desconoce el significado de ciertos términos. Por ejemplo: investidura. Investidura no quiere decir que te tengas que casar con el investido. La culpa de que el último candidato a la investidura sea Rajoy la tiene la gente, que es la que vota. Pero el investirlo no quiere decir que aceptemos su proyecto ni que nos parezcan bien sus ideas. Al contrario. Quien mejor ha entendido esto es Ciudadanos. Si el PSOE lo hubiera hecho de igual modo creo que se le podrían haber sacado muchas cosas a Rajoy. Y en cualquier caso, tendríamos un Gobierno al que oponernos y al que maldecir, que es algo necesario también en la vida.
O sea: es partidario de un Gobierno de consenso entre PP, PSOE y Ciudadanos.
Habría sido lo perfecto. No olvidemos que nuestro país no está en unas circunstancias normales. Aquí vivimos bajo la seria amenaza contra su unidad, algo que no ocurre en Europa. Aquí si no estuviera el independentismo habría una posibilidad mayor de pacto entre partidos de izquierda y ya estarían los socialistas en el Gobierno. Esa unión a tres entre PP, PSOE y Ciudadanos ya la veo casi imposible.
¿Entonces?
Pues unas terceras elecciones en las que sugeriría a los ciudadanos que aparcásemos las diferencias políticas por una vez y votemos a los dos únicos partidos capaces de entenderse y de planear una legislatura: PP y Ciudadanos. Y después cada cual a sus intereses políticos. ¿Quién garantiza que después de las terceras no puede haber unas cuartas? Los candidatos son los mismos, los votantes son los mismos y el país tampoco cambia tanto en unos meses.
¿Pero ese Gobierno a tres no sería la muerte de un PSOE delirante y se convertiría en un Ejecutivo de vetos más que de pactos?
Probablemente. Y, sobre todo, sería de recorrido muy corto. Habría más discrepancias que parecidos, pero al menos saldríamos del impass frente a Europa y de cara a los presupuestos. De esta tenemos que salir y hay que dar la impresión de que la máquina sigue en marcha. No se puede mantener la imagen actual de que el Gobierno que se busca es el de unos contra otros. Lo peor del populismo (Chávez, Kirchner) es que esos gobernantes sólo trabajan para una parte de sus ciudadanos. Y eso está sucediendo aquí, nuestros políticos están exhibiéndose en contra de la mitad del país.
Y ya que citamos al PSOE, ¿de qué modo es alternativa de algo en medio de una guerra de pandilleros y sin rumbo?
El PSOE ha sufrido un proceso de degradación desconcertada desde la irrupción política del populismo podemita. No saben qué quieren ser de mayores: como los dioses fatales no lo remedien, su historia habrá comenzado con un Pablo Iglesias y va a acabar con otro. La socialdemocracia, que a mi juicio equivale en política a la common decency de la que habló Orwell y por eso es motivo de inquina entre la familia Trump de nuestro entorno, necesita intérpretes con los instrumentos menos desafinados que los actuales, sin complacencias venenosas con el nacionalismo y sin envidia cochina por las fútiles lentejuelas con que se reviste el radicalismo para bobos y rencorosos.
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