La miseria roba la infancia de los niños. Pero la pacífica prosperidad que, con altibajos, ha dominado Occidente durante siete décadas quizá haya contribuido a lo contrario: a cronificar la niñez. A blindar la intolerancia a la frustración. A atizar la expectativa de lo perfecto. A reponer la salud de las utopías colectivistas como artículos de consumo, Bob Marley y Lenin conviviendo bajo forma de chapa en una misma sudadera. Eso pienso cuando veo que la democracia más cuajada del planeta produce dos polos de idéntico irracionalismo como Sanders y Trump. Siempre hubo frikis, pero que hoy puedan alzarse con la nominación certifica un salto que sólo el emotivismo acrítico de nueva generación explica satisfactoriamente. Siempre hubo votantes ineptos, pero se abstenían, o se tapaban. Quizá esta ola global de antipolítica no sea más que una cuestión de pudor perdido. JORGE BUSTOS
"La principal virtud de la democracia es que deja obsoleta la revolución"
"La revolución consiste en imponer tu fantasía política a todos los demás"
"Los científicos deberían ir a donde les lleve su ciencia, no sus ideas políticas"
"Pensar suele reducirse a inventar razones para dudar de lo evidente"
"No es una de las dos Españas la que nos hiela el corazón, sino la atroz semejanza entre quienes creen que hay dos"
dimecres, 6 d’abril del 2016
El acenso del irracionalismo político
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