divendres, 11 de maig del 2018

El fugado Puigdemont elige a dedo a Torra para que sea su masovero en la Generalitat




Quim Torra hacía seguros en Winterthur hasta que lo echaron por gandul y por no dar la talla, aunque realmente no le gustaba nada el trabajo e igualmente se hubiera marchado tarde o temprano. Torra es lo mismo que Puigdemont pero sin esperanza. Es la misma vacuidad, la misma irracionalidad. pero mucho más tristona, sin esperar ya nada de la vida, con su expresión de lechuga marrón que fue olvidada en el fondo de la nevera. Ha sido el elegido por su fidelidad más canina que leal, más interesada que sentimental, la que ha usado en los últimos 4 o 5 años en que se ha dedicado a la política sin que nadie supiera exactamente qué hacía, pero trepando a costa de obedecer y de repetir las más inconcebibles consignas.

Ha sido editor, y editor de uno de mis poquísimos libros, cargo intermedio de toda clase de asociaciones cívicas independentistas, presidente puente de Òmnium Cultural entre la muerte de Muriel Casals y el mandato de Jordi Cuixart, uno de los Jordis, hoy en la cárcel. Ha planteado siempre las ideas más absurdas y descabelladas, como aquella candidatura sin políticos con la que pretendía que los independentistas se presentaron a las elecciones del año 2015.

Quim Torra es lo más parecido a que Carles Puigdemont sea el presidente de la Generalitat y es la peor noticia que podían recibir los políticos que están en la cárcel, porque ninguna moderación, ni que sólo sea estratégica, es esperable del futuro president. Con su presidencia, el riesgo de reiteración delictiva es más evidente que nunca, de modo que el juez Llarena tendrá todos los argumentos para mantener encarcelados a los líderes independentistas.

Puigdemont, que tuvo siempre la idea de nombrar a Elsa Artadi su sucesora, ha tenido en los últimos días tanto miedo a que su llama se apagara con la formación del nuevo Govern, que ha decidido poner, más que un presidente, a una sombra, a alguien sin ninguna posibilidad de tener alguna idea que no sea la que él le dicte, ni a nombrar a nadie que él no designe. Entre todos los candidatos posibles, ha elegido al más débil, al más insignificante, al que más fácilmente podrá controlar, manipular, y cesar si es necesario en cualquier momento.

Continúa, pues, el circo del forajido, con todos los enanos en la pista, con los elefantes y con la mujer barbuda. Cataluña tendrá un presidente sin ninguna experiencia política, sin ninguna capacidad de gestión y sin ninguna idea de lo que es una administración. Los catalanes seguiremos siendo rehenes del penúltimo capricho de un fugado.
SALVADOR SOSTRES (ABC)

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