Hoy, con premeditación y vacacionalidad, el Parlamento de Cataluña ha aprobado iniciar la secesión de España. Y hacerlo, no por las vías legales y constitucionales -siempre lentas y complejas- sino de manera rápida y unilateral, violando la ley y las resoluciones del Tribunal Constitucional. Es decir, hoy, Junts pel Sí y la CUP han impuesto su mayoría en el Parlamento para iniciar un golpe de Estado. Un golpe que puede llevarlos a la independencia o a la cárcel.
La 'corrección política' de la prensa socialdemócrata elude hablar de Golpe de Estado para definir lo que acaba de aprobar el Parlamento de Cataluña. Sin embargo, es la figura jurídica que mejor se ajusta a los hechos delictivos que se están cometiendo. Ciertamente, hay muchas clases de golpes de Estado: pacíficos o violentos, civiles o militares, para derribar un gobierno o un régimen o para desgajar una parte del Estado del territorio nacional. Pero todos ellos tienen un denominador común: que se ejecutan vulnerando la legalidad y la legitimidad institucional establecida por el Estado de Derecho.
El nacionalismo catalán ha dejado definitivamente atrás la máscara del seny para mostrar el rostro golpista de la rauxa.
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